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Llorenç Riera

La identidad urbana de El Molinar

Un "port petit" salvado tiene menos sentido si encalla frente a moles de cemento con las que no se puede identificar. De ser así, todo junto acaba formando una unidad disforme, carente de identidad y valor. Por eso es importante actuar por igual en tierra y en la línea marítima. Ha costado tiempo, esfuerzo y reivindicación, pero la Autoridad Portuaria ha hecho su trabajo. Ahora le corresponde hacerlo al ayuntamiento de Palma, ese que últimamente acostumbra a decir que ya lo tenía pensado y previsto pero que después, a la hora de la verdad, topa con más escollos y más inoperatividad de la deseable. En el Molinar, Cort carga pilas cuando a la barriada ya le sobran edificios florero y exhibicionistas. Este no es el Molinar deseable, reconocido y con probada identidad urbana irrepetible.

A la barriada le sobra ahora presión constructora y mercado inmobiliario. Administrarla y darle rostro de uso humano, cosmopolita si se quiere, pero consecuente con la vida marinera y el ocio de la Palma orgullosa de sí misma, es el reto urgente de ahora mismo que exige claridad de ideas y supervisión permanente.

No hay que inventar el Molinar. Basta con respetarlo, dejarlo estar sin idolatrarlo. Para ello será necesario acotar las vías del lujo y la rivalidad inversora. También del comercio exagerado. Es suficiente con que las casas se adapten a los usos modernos, mantengan fachadas y admitan vida por igual en la terraza y en el interior.

Cort anuncia ahora su decisión de limitar la autorización de nuevas construcciones y reformas a la tipología tradicional de el Molinar. El artículo 69 de la ley autonómica del Suelo será la base legal establecida para ello. El actual equipo de gobierno achaca al consistorio anterior todos los desmanes cometidos. Dice que desde hace un año no se ha autorizado nada discordante y avanza la exigencia de fotografías y planos de los edificios colindantes cuando se solicite licencia de obra nueva. También se limitará el uso de materiales a los apropiados para el lugar. Los técnicos municipales admiten sin embargo que las medidas adoptadas conllevan una considerable carga de subjetividad con lo cual resultará imprescindible que quien deba informar y autorizar tenga una visión clara de la realidad y plena conciencia de la identidad urbana exclusiva de el Molinar.

ARCA ya se ha quejado de la "despersonalización galopante" de la zona y ha advertido que todo se puede ir al traste si no se logra mantener el uso de las plantas bajas cuidando, de forma paralela, de limitar los usos comerciales. El Molinar no puede ser solo el espacio de bares y restaurantes de palmesanos y turistas. Es decir, no se trata solo de una identidad urbana de fachada que acaba teniendo poco sentido en el caso de que no vaya acompañada de presencia humana íntegra. Todavía queda mucho trabajo por hacer en el Molinar una vez que se ha logrado amarrar el "port petit".

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