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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Un cargo para Bárcenas

El inerte Rajoy debe rematar por una vez la tarea emprendida. Después de abrirle a José Manuel Soria una cuenta de cientos de miles de euros en el Banco Mundial, y con Rita Barberá mullidamente aposentada en el Senado, solo queda un represaliado político en el PP. En efecto, se trata de Luis Bárcenas. El presidente en funciones ignotas ya lo ascendió a tesorero para recompensarle los favores en negro. Ahora debe rehabilitarlo, no puede permitir que las insidias aneguen las reglas del buen Gobierno.

En descargo de Rajoy, es posible que la desilusión ante la investidura frustrada dejara los nombramientos del pasado viernes a medias. Una vez recuperado del trauma, ya puede conceder a Bárcenas el cargo de embajador en Suiza que su hoja de servicios demanda a gritos. Nadie como el eterno gerente del PP ha contribuido con ímpetu infatigable a estrechar lazos entre ambos países. Ha sufragado el hermanamiento helvético con un notable desembolso económico, arriesgando su propio dinero. Por algo Rajoy escribió el famoso mensaje "Ánimo, Luis, sé caja fuerte". Los nombramientos estarían ligados, porque la notable experiencia de Bárcenas y Soria en paraísos fiscales propiciaría una fructífera colaboración.

El ímprobo Luis de Guindos se escuda en que hubiera prevaricado, de no nombrar a Soria. Pues bien, las credenciales de Bárcenas para la embajada en Berna son tan irrefutables que cualquier otra opción obligará a acusar al eterno Gobierno de atraco. El ministro de Economía debió recurrir a un argumento más poderoso, "se nos acusa de no mejorar las percepciones de los pensionistas por estar en funciones, por lo que se debe celebrar que mejoremos la jubilación de Soria o Bárcenas". La defensa de Maroto, uno de esos personajes que compran una cubertería y piden el manual de instrucciones, ha acertado de pleno al concluir que "una cosa es la legalidad y otra la ejemplaridad". Pues bien, una cosa es el desvalimiento y otra la valija diplomática, que urge entregar ex aequo a las dos eminencias bancarias. Los populares ejercen la libre designación y el populacho se entrega a la libre resignación.

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