Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Tarabini

Éxito turístico, momento de reflexión

El éxito de la presente temporada turística es innegable, aunque no deja de ser cierto que podemos morir de éxito, al menos a medio plazo. Dicho lo cual parece lógico que, cuanto menos, seamos capaces de reflexionar sobre los pros y contras del aumento espectacular y progresivo del número de turistas. No teman, no pienso proponer un número clausus de turistas y/o visitantes que pasan o piensan pasar sus vacaciones, especialmente en temporada alta, en nuestras islas.

Según datos oficiales, el número de turistas que visitaron Mallorca el pasado mes de julio fue de 1.837.129. Lo que representa un aumento de 151.000 turistas respecto a 2015, un 9,5% más. Siguiendo esta tendencia, sin contar todavía con cifras oficiales, es muy probable que el finiquitado mes de agosto el número de turistas supere con creces la cifra récord del mismo mes del año pasado. Para el conjunto de Balears, el 10 de agosto de 2015 la presión humana (IPH) fue de 2.010.520 personas, casi el doble que la equivalente a los meses invernales, fijada en 1.093.246. Como mínimo tales datos son preocupantes.

Considerémoslo como queramos pero la realidad es que tal Presión Humana sobre nuestro territorio, limitado y frágil, es como mínimo inquietante. Sin querer abusar del término "saturación" en el uso de recursos naturales, infraestructuras, equipamientos y servicios públicos y privados, es un hecho que tal percepción se da incluso entre nuestros visitantes, tal como podrá constatarse en el próximo informe de Quaderns Gadeso. Y esta percepción no resulta positiva. Tal situación merece como mínimo unas observaciones.

Seguimos siendo un destino turístico básicamente estival, a pesar de que se están prolongando las puntas de la temporada alta y comienza a visualizarse una mayor demanda en temporada media/baja. Pero, nos guste o no, nuestra actividad turística seguirá siendo fundamentalmente estacional, aunque se vaya reduciendo paulatinamente. Y esta situación tiene sus propias consecuencias. La actividad turística representa en torno al 50% de nuestro PIB, lo cual no es un mal dato si no fuera porque tal actividad intensiva está concentrada en un máximo de siete meses. Lo que implica, entre otras consecuencias, un mercado de trabajo fundamentalmente temporal y por tanto inactivo como mínimo en temporada baja y medio/baja, aunque haya mejorado la contratación y se haya alargado la temporada, y por ende los fijos discontinuos. Esta realidad es absolutamente insostenible y comienza a coger carta de ciudadanía la necesidad de buscar y encontrar otras actividades económicas no relacionadas directamente (aunque puede que sí indirectamente) con el turismo convencional. No es fácil pero es posible.

Pero hay más, una "concentración" del uso de nuestros recursos naturales (agua?), infraestructuras (carreteras?), equipamientos (depuradoras, desaladoras?) y una larga retahíla de servicios públicos y privados en los escasos meses de plena ocupación. Sorprende (o no) que algunos propongan como "solución" para acoger más visitantes la creación de nuevas infraestructuras y equipamientos, sin considerar que el resto del año su uso es mínimo o nulo, cuyos elevados costes de mantenimiento recaen en la población autóctona.

No son pocos los que achacan este aumento espectacular a la aparición de un nuevo producto: las viviendas vacacionales. Su demanda es un hecho, sin negar por ello la necesidad de regular su actividad. Pero hay más. La estancia media de los turistas ha disminuido sensiblemente. Hoy puede rondar de media 8/9 días, cuando no hace tanto tiempo oscilaba entorno a los quince. Esta realidad tiene como consecuencia que los alojamientos turísticos para obtener una ocupación entorno al 85% en plena temporada alta necesitan tener más clientes. Tal mayor rotación de turistas afecta a un uso límite de la capacidad de acogida de nuestros aeropuertos (especialmente el de Palma).

Concluyo con una breve reflexión precisamente sobre los aeropuertos insulares, que merecerá un análisis más profundo. Los aeropuertos isleños ofrecen cada año en la conferencia de IATA su máxima capacidad para la distribución de los slots basados en criterios puramente técnicos. No se consideran otros criterios, como puede ser la capacidad de acogida incluyendo, por ejemplo, la carga de la presión humana (IPH). Los aeropuertos, los nuestros especialmente, deberían ser instrumentos básicos de la gestión de flujos de visitantes utilizando entre otros instrumentos el uso discriminatorio (por temporadas, días y horas?) de las tasas para un uso y gestión racional del transporte aéreo. Dicho lo cual, mucho me temo que lo expuesto sea una mera utopía. Los aeropuertos españoles están semi privatizados, AENA cotiza en bolsa, en consecuencia su objetivo es obtener su máxima rentabilidad y beneficio, léase uso máximo de su capacidad técnica, además de convertirlos en un gran bazar comercial, véase y súfrase el aeropuerto de Palma.

Compartir el artículo

stats