Diario de Mallorca

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José Francisco Conrado de Villalonga

Política frívola y baladí

Escribir es una forma de desplegar un pensamiento acerca de una noticia, tema o idea, sin embargo el calor de nuestra Mallorca ha adormecido la percepción de lo que sucede en política, en el supuesto que suceda algo de interés. Lo que está sucediendo es lamentable, penoso siempre más de lo mismo, por ello la traslación al lector de juicios valorativos, devendrá también exigua. En política todo ha quedado postrado a partir de las elecciones de diciembre, y esto ha instalado a la ciudadanía en el hartazgo, en el desinterés y en el bostezo colectivo. La indolencia irresponsable de unos líderes (sic), que nada lideran, salvo su propio interés, esta conduciendo al país a un ridículo importante y a la irrelevancia internacional.

El resultado electoral del 26J ha dejado a la "clase política" aturdida e incapaz de entender el mandato, de ofrecer una solución a una España cansada del bipartidismo y deseosa de tener un parlamento plural y un gobierno representativo de esa diversidad y, eso se ha manifestado por segunda vez en seis meses. Ante esta nueva situación política y ante su incapacidad en vez de aplicarse en buscar soluciones, sus representantes, se han dedicado a holgazanear por Galicia, Andalucía o Eivissa. ¿Por qué no habrán ido a Alemania, Italia, Dinamarca, Austria...? Por aquellas latitudes les hubiesen podido explicar para qué sirve y cómo se forma una coalición. Afortunadamente la economía sigue mejorando, el producto interior bruto crece, y ello es demostración de que sin gobierno se puede trabajar. Tal vez se podrá convenir que algunos gobiernos interfieren y distorsionan el normal funcionamiento de las asuntos económicos.

Albert Rivera y su partido Ciudadanos han sido una excepción, han trabajado, han contactado y finalmente han propuesto un acuerdo de investidura a partir de seis puntos, innegociables, sobre decencia política, eliminación de aforamientos, prohibición de indultos, justicia, contratos laborales, limitación de mandatos, etc., acompañados de 150 medidas de las cuales el 66,66%, o sea 100, estaban ya en el acuerdo suscrito entre Ciudadanos y PSOE para la investidura de Sánchez, ¿entonces eran buenas y ahora son deleznables?, ¿acaso una oferta tan obvia puede ser rechazada? Y, si es así ¿qué ejemplo se está trasmitiendo a la sociedad? Una persona ya harta de esa clase de política vaticinó que habrá terceras elecciones y yo, desde mi modesta opinión, completé su augurio diciendo, si hay terceras, habrá cuartas con idéntico resultado.

El rechazo a esos puntos sería tan sin sentido como la lección de integridad que ha dado el señor Iglesias de Podemos ante el fraude a la Seguridad Social cometido por su correligionario Echenique. Ha salido en su defensa, diciendo: "Con su actuación (la de Echenique) ha hecho un ejercicio (Echenique) de ejemplo moral. Todo mi apoyo a Pablo". ¡Vale tío! El señor Echenique se ha jactado de haber tenido durante dos años a su asistente personal empleado, al margen de sus obligaciones con la Seguridad Social. Un profesor universitario no debería construir una frase que suspendería en un examen de reválida: Echenique "ha hecho un ejercicio de ejemplo moral". No, señor Iglesias, sino que "ha dado un ejemplo de moralidad". Dejando a un lado la incorrección gramatical de Iglesias, la trasgresión socio-laboral de su secretario no merece ser calificada como ejemplo moral sino como paradigma de ilegalidad, clandestinidad e inmoralidad. Si todos los empleadores hicieran lo mismo, adiós Seguridad Social, adiós sanidad y adiós pensiones.

La ética y la moral son conceptos, pautas y preceptos que se intentan introducir en el comportamiento humano desde la antigüedad y, en Europa desde Grecia y Roma. La ética, ethos en griego, es el conjunto de principios que rigen la conducta y el proceder humano, en relación con el sentido del bien y del mal. La moral propone regir el comportamiento de los individuos en concordancia con un conjunto de normas de tipo religioso. La actuación de Echenique no tiene relación alguna con la ética ni con la moral, por mucho que diga Pablo Iglesias, y, sí, con la trampa, la transgresión de la ley y la irresponsabilidad social. Resulta sorprendente, o no, que personas que pretenden conducir un país puedan soltar semejantes machadas.

He estado leyendo este verano algo de la trilogía de Santiago Posteguillo sobre los emperadores romanos de origen hispano y de su lectura se llega a la conclusión de que España no siempre fue así de torpe, desmañada y deshonesta como en tiempos actuales. En esta obra se explica que el periodo de los años 98 al 138 d.C., en el que reinó la dinastía Antonina, fue el periodo más estable e importante del Imperio. Trajano, decimo tercer emperador, nació en Itálica cerca de la actual Sevilla, extendió y engrandeció el poder hacia el este. Adriano, decimo cuarto emperador, nacido también en Itálica, fue uno de los llamados emperadores buenos. Con él, Roma alcanzó su máxima extensión, fortificó las fronteras en Germania y en Britania, y allí mando construir el Muro de Adriano que hoy todavía se mantiene en pie. Y finalmente, Teodosio I El Grande fue el último emperador que rigió todo el Imperio unido. La historia dice que Trajano fue implacable con la corrupción. A los corruptos le obligaba a entregar al erario público el dinero sustraído y luego los enviaba más allá de las fronteras del Imperio para que se apañasen. Si volviese Trajano a la "Hispania" actual la clase política quedaría diezmada y probablemente se reduciría el déficit público.

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