Juan Cruz, el gran escritor y periodista que aborda la actualidad con la intensidad de un polígrafo renacentista, ha publicado un breve artículo pidiendo, exigiendo, el respeto debido a quienes acabaron con ETA. Es decir, a Rodríguez Zapatero y a Pérez Rubalcaba, uno y otro víctimas de orquestados insultos tras lograr sin la menor merma del estado de derecho lo que otros intentaron por todos los medios sin conseguir resultados. Algunos de quienes celebramos el proceso de paz colombiano, hubiéramos sin embargo preferido que el Estado democrático hubiera impuesto allá el principio de legalidad a los guerrilleros de las FARC en lugar de negociar con ellos una suavización de las consecuencias jurídicas de su actividad a cambio de la disolución. Pese a ello, entendemos que se ha llegado seguramente a un justo equilibrio por lo que hay que aplaudir el esfuerzo realizado por los artífices americanos del fin de la violencia.
En el caso español, no hay objeciones que puedan afectar al éxito redondo y definitivo del triunfo del Estado democrático sobre sus enemigos. La Constitución, manejada por patriotas con sentido del deber, ha vencido al delirio, que, desarbolado, no ha obtenido contrapartidas. El respeto y „por qué no„ el elogio son en este caso incuestionables, y sólo algún oscuro e inconfesable rencor podría evitarlos.
