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Plagios y mentiras

Peña Nieto, el presidente de México, acaba de ingresar en el poco honroso club de los plagiarios: su tesis doctoral "presenta ideas ajenas no citadas", según el benévolo dictamen de la universidad en que cursó sus estudios, y que ahora se niega a sancionarle porque tal eventualidad no está prevista para los exalumnos. En México, donde la democracia es frágil, la dimisión del plagiario no se producirá, al contrario de lo que ha ocurrido en Alemania, donde por esta misma razón el plagio en la tesis doctoral han dimitido ya algunos ministros: el de Defensa Karl Theodor zu Guttenberg en 2011, cuando era el ministro más valorado del gabinete; la ministra de Educación Annette Schavan en 2013, poco después de que la universidad de Düsseldorf anulara su título de doctora; y también ha planeado el año pasado la sombra del plagio sobre la cabeza de Ursula von der Leyen, ministra alemana de Defensa?

En España, esta epidemia no nos ha afectado todavía, no se sabe si porque nadie se ha puesto a analizar con sentido crítico las tesis de los políticos que han cursado el doctorado o porque estemos efectivamente limpios. En cambio, aquí abundan los currículums falseados: varios políticos en activo declararon estudios y carreras que no tienen, y sin embargo se mantienen en sus puestos después de haber sido descubiertos, como si la mentira en la propia biografía no fuera motivo de una insuperable desconfianza hacia quien comete este desmán. Deberíamos meditar de vez en cuando sobre esta extraña concesión de nuestras tragaderas ciudadanas.

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