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Notas de agosto

Las seis condiciones de Albert Rivera. Es encomiable el esfuerzo del líder de Ciudadanos por cerrar de una vez la inmensa crisis que padecemos. Dijo a Mariano Rajoy: "Ponga usted fecha al debate de investidura y acepte sin reservas las seis condiciones que le pongo y le facilitaré su vuelta al poder". Y dijo Mariano Rajoy: "de acuerdo". Teniendo en cuenta las irrefrenables ganas que tiene de seguir siendo jefe del Gobierno, me parece que habría dicho que sí a cualquier demanda por disparatada que fuera. Y, al par de días, habría añadido (que me parece que fue lo que hizo) "esto es muy complicado: hay que reformar la Constitución, cambiar algunas leyes? en fin, que esto no se puede cerrar en una semana.

Eso sí, si usted quiere que le entregue la cabeza de los corruptos, no encontrará a nadie más dispuesto; no serán todos pero menos da una piedra. ¿Y por qué no nos centramos en preparar un programa de gobierno, que es mucho más fácil?". Y se fue a pasear por Galicia dejando al país empantanado. Si esto no es doblar las cartas y ponerse a esperar, que venga Dios y lo vea. Hace un par de semanas, Julio Llamazares llamó pichón a Rivera y apostó por que este perdería la partida de póquer y acabaría entrando en el gobierno. No lo creo, pero la pelea será dura y depende solo del líder de Ciudadanos.

Mientras tanto, Pedro Sánchez, r que r, mantiene el no a la investidura de Mariano Rajoy. Me parece que lo hace a partes iguales por devolverle al presidente en funciones el no del primer debate de investidura y por esperar a las elecciones vascas y convertirse (visto que no puede ser presidente) en un implacable líder de la oposición. Tal como está la cosa, toca a Rajoy mover ficha y proponer a Sánchez lo que deba proponerle si quiere seducirlo.

Y Podemos, con toda su parafernalia de niños de pecho y camisas arrugadas, se ha quedado, me parece, para vestir santos (o desvestirlos).

Vaya, tenemos terceras elecciones para el día de Navidad y como nos descuidemos, las cuartas caerán en Viernes Santo.

Trump for president. El regusto que me ha dejado la campaña presidencial de Estados Unidos es que Hillary Clinton es una candidata demócrata mientras que Donald Trump lo es de la extrema derecha. Él ha llevado al partido republicano a ese lugar y hay poco más que añadir. Si los americanos quieren ese tipo de presidencia, la tendrán. Pero con ser malo, no es lo peor: las opciones políticas son lo que son. Lo horroroso de Trump es que es un analfabeto ignorante que carga como un toro de los sanfermines sin saber lo que dice. Afortunadamente, va a perder las elecciones.

Erdogan y Atatürk. El confuso golpe de Estado que ha terminado en una purga masiva dirigida contra los supuestos seguidores de un líder islamista antiguo mentor de Erdogan y ahora refugiado en Estados Unidos, ha sacado a la luz la determinación de este de convertirse en dictador de Turquía, igual que lo fue Atatürk al término de la Primera Guerra Mundial. Solo que el primero quiere ser un tirano islamista y regresar al pasado, mientras que el segundo, autócrata y héroe nacional, rompió con las tradiciones religiosas y, sacándola de la Edad Media, convirtió a Turquía en una sociedad civil, sin chador. Es frecuente oír que Ankara no debe ingresar en la UE porque los turcos son mahometanos. Ese no es el problema. Que cada cual practique la religión que prefiera. Lo que no aceptará la UE en su seno será un Estado confesional dirigido por el Corán.

Siria. La espantosa tragedia de ese país pone de relieve las contradicciones de la política de Estados Unidos: todos contra todos, pero sobre todo contra los kurdos. Resulta ahora que los kurdos son aliados de EE UU en la lucha contra el ISIS y, al mismo tiempo, son bombardeados por los rusos y por las tropas del sanguinario dictador Al Asad. Pero aliados de los americanos o no, siguen siendo un grupo terrorista según los tiene definidos Washington. Interesante.

Tontería recurrente del verano: españoles y españolas, ciudadanos y ciudadanas, seres humanos y seres humanas, miembros y eh? miembros. Yo pondría una escuela de gramática y oratoria en el Congreso de los Diputados, que buena falta les hace.

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