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Merkel, Hollande, Renzi...

Los medios han prestado la atención que merece al hecho relevante de que Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi se han reunido este pasado lunes en la isla italiana de Ventotene (célebre porque en 1941, Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, encarcelados en ella por Mussolini, redactaron un manifiesto antifascista que propugnaba la unificación política de Europa, tesis federalista que ha sido combatida con saña por los euroescépticos británicos). Los tres líderes europeos, que ya se reunieron de urgencia el 27 de junio, cuatro días después del referéndum del Brexit, habían quedado en verse pasado el descanso estival para examinar la situación de la UE y para seguir debatiendo la estrategia futura: Hollande piensa que la salida de Londres ha de contrarrestarse con más integración y Merkel cree en cambio que conviene hacer una pausa, tomar resuello y no provocar precisamente ahora a los euroescépticos con más concesiones a Bruselas.

Sea como sea, lo que interesa a efectos de esta reflexión es que si España hubiera mantenido su pujanza anterior a la crisis, su establishment político hubiera alcanzado cotas de calidad y prestigio que evidentemente no tiene en la actualidad y se hubieran hecho bien las cosas en el terreno diplomático, nuestro país, la cuarta potencia europea si se exceptúa al Reino Unido, podría haber estado también representada en Ventotene. Después de todo, Italia (59,8 millones de habitantes) es solo un poco mayor que España (46,8 millones) y sus PIB per capita son muy similares, algo por encima de los 30.000 dólares. En tiempos de Zapatero, España realizó un efímero sorpasso en este indicador. Sea como sea, hemos perdido una gran oportunidad.

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