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Endeudamiento

La deuda pública española ha marcado en junio un máximo histórico en más de un siglo, y no sólo en términos absolutos sino también relativos: ha alcanzado el 100,9% del PIB, equivalente a 1,107 millones de euros. En 2008, superaba apenas el 35% del PIB y tras la muerte de Franco no alcanzaba el 9%.

Hay varios países europeos más endeudados que nosotros y los mercados no nos penalizan significativamente por este endeudamiento, por lo que la situación no tiene dramatismo alguno. Sin embargo, es muy difícil de justificar éticamente esta carga que estamos dejando a las generaciones siguientes, que por añadidura ya saben que percibirán rentas más bajas que las de sus progenitores y que tendrán serios problemas para conseguir empleo dado que la automatización creciente y cada vez más sofisticada limitará el número de puestos de trabajo disponibles.

Actualmente, los tipos de interés son bajos, incluso negativos, y el servicio de la deuda es por lo tanto ínfimo. Pero nadie puede asegurarnos que esta situación se prolongará indefinidamente. Es más: la mayoría de los expertos piensan que la normalidad se recuperará cuando suban significativamente los tipos de interés y se retribuya y estimule de nuevo el ahorro. Cada punto porcentual de interés que haya aplicar a nuestra deuda actual supone 10.000 millones de euros al año. Este es, en definitiva, el legado envenenado que dejamos a nuestros hijos.

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