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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Víctimas de AirBNB, uníos

Cuántas veces ha respondido usted ya al portero automático, porque el cliente de airbnb del vecino se ha equivocado de piso turístico. Cuántas noches se ha pasado en vela, porque los turistas ejemplares de que presume airbnb han montado una bacanal en otro piso del vecindario. Cuántas veces ha visto invadido el aparcamiento que usted paga religiosamente, por el coche de un turista de airbnb al que le aseguraron que esa plaza le correspondía con su contrato de alquiler. Cuántas veces se ha encontrado con el ascensor sucio, y podríamos seguir infinitamente. La famosa economía colaborativa consiste en que usted contribuye gratuitamente a que se forren el propietario de una casa ilegal y el coloso airbnb. Sin embargo, no hemos llegado hasta aquí para quejarnos, sino para plantear soluciones.

La policía no ha atendido a una sola de sus llamadas de protesta. Está desbordada, porque hay que destinar permanentemente a dos funcionarios a proteger a Urdangarin. Denunciar a los sucesivos inquilinos constituye una entelequia, por la fugacidad de su permanencia en el entorno que degradan. Hay que actuar contra la matriz del invento. Parece mentira que ningún bufete de abogados de campanillas haya reparado en el negocio de las reclamaciones de indemnizaciones a airbnb, ahora que sus minutas han adelgazado porque existe la misma corrupción de antes pero no se persigue como antes.

En su actual formato, el turismo ilegal solo enriquece a airbnb y a los propietarios de los pisos no registrados, que son cuatro de cada cinco de los anunciados y que el gigante estadounidense finge que no puede controlar. Usted ejerce el papel de víctima, como los pobres suscriptores de preferentes. La unión de damnificados hace la demanda. Para salvarse, tiene que igualar el ruido de los primates que le han colocado en el piso de al lado. Hay que ensayar la vía de los tribunales. No por restablecer la justicia, sino por asegurarse un reparto más apropiado de los ingresos que garantiza la economía colaborativa. La táctica funcionará porque, estadísticamente, los jueces también están acosados por los gamberros turísticos.

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