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Antonio Papell

Nueva ronda autonómica

El 25 de septiembre habrá elecciones autonómicas en el País Vasco y en Galicia. Urkullu adelantó unas semanas la consulta vasca, que iba a ser en octubre, para evitar la contaminación que podía producir la coincidencia con unas hipotéticas terceras elecciones generales, que no pueden descartarse, y el presidente gallego, Núñez-Feijóo, aceptó el adelanto y ambas consultas se simultanearán como parece lógico en un país atribulado por un exceso manifiesto de convocatorias electorales.

Urkullu, lehendakari vasco del PNV, tiene argumentos de peso para intentar diferenciar todo lo posible las elecciones vascas de las generales. De hecho, en las elecciones generales del 26J, Podemos rebasó el 29% de los votos (seis diputados) y quedó en primer lugar, seguido del PNV, con el 24,9% (5 diputados); la distancia entre ambas formaciones creció con respecto a las elecciones del 20D, en las que Podemos sólo aventajó al PNV en 1,3%.

Sin embargo, el ámbito autonómico, la ventaja es para el PNV, que ha gobernado la última en alianza con el PSC a plena satisfacción de una clara mayoría social (incluso Podemos ha elogiado las políticas sociales del nacionalismo vasco). Urkullu ha conseguido para su partido una gran centralidad y un ejercicio pacífico de la tensión nacionalista, que se plasma en la voluntad de impulsar una reforma estatutaria por cauces constitucionales y sin la menor conflictividad: hoy Euskadi es un remanso de paz en la atormentada España. Postura que choca abiertamente con el desafuero del nacionalismo catalán, que en Euskadi tan solo congenia con Bildu.

Así las cosas, la victoria del PNV se da por descontada (Podemos y Bildu se diputarán la segunda posición), aunque hay dudas de que pueda gobernar como ahora con el solo concurso del PSC, en cuyo caso no habría que descartar que Podemos entre en el gobierno (en Navarra, Geroa Bai ya lo hace). Es probable en todo caso que Bildu, que ha fracasado estrepitosamente en la gestión allá donde ha gobernado pero que ahora se presenta bajo la batuta de Otegi, continúe su imparable descenso o, al menos, se estanque en su atonía actual. Podemos, por su parte, acudirá a las elecciones con su proverbial ambigüedad en lo referente al soberanismo (Podemos defiende el "derecho a decidir"), y con Pili Zavala, hermana de la víctima de los GAL, de cabeza de cartel, tras vencer en unas primarias, respaldada por la dirección, con el 52% de los votos.

En la campaña electoral estará la cuestión de los presos de ETA, que el PNV quiere aproximar al País Vasco (y que la comunidad autónoma desempeñe la competencia de prisiones en Euskadi), como un elemento más del cierre del terrorismo vasco: la disolución definitiva de ETA, con la entrega simbólica de las armas y el reconocimiento de culpa tendrían como contrapartida la normalización de la política penitenciaria; de momento, el Gobierno del PP se ha negado en redondo a cualquier paso en esta dirección.

En Galicia, la mejor encuesta que podría exhibirse es el resultado de las elecciones del 26J, ganadas por el PP con el 41,49% de los votos y mayoría absoluta de diputados al Congreso (12), frente al 22,25% y 6 diputados del PSOE, al 22,18% y 5 diputados de Podemos y sus confluencias, y el 8,63% y ningún diputado (uno obtuvo el 20D) de Ciudadanos. Es digno de mención el hecho de que el PP subió el 4,3% (y dos diputados) desde el 20D al 26J, precisamente el promedio de subida de todo el Estado. Núñez-Feijóo parte, pues, con considerable ventaja sobre sus adversarios, y parece estar ubicado cerca de la mayoría absoluta.

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