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Antonio Papell

¿Hay un plan B?

Con el argumento de que Pedro Sánchez ha consignado en el ´estado´ de su cuenta de Whatsapp la frase "¿Y por qué no?", ha corrido como un reguero de pólvora el rumor de que el núcleo duro del partido socialista estaría estudiando "un plan B", esto es, la posibilidad de construir una opción progresista bajo su liderazgo, que saldría a la luz una vez que fracasase la investidura de Rajoy, bien porque no llegara a plantearse al faltarle los apoyos suficiente, bien porque finalmente el Congreso de los Diputados terminara rechazándola en las dos votaciones. PNV y CDC han manifestado al Rey su disposición a votar a Pedro Sánchez?

Un gobierno de esta naturaleza ya no podría lograrse a través del pacto PSOE-C´s y la abstención de Podemos (UP), ya que aquellas dos formaciones sólo reúnen 117 diputados tras el 26J, insuficientes frente a los 152 que, descontando a UP, podrían votar en contra (PP, ERC, CDC, PNV, etc.). El gobierno alternativo es de hecho inviable si no parte del pacto PSOE-UP, que debería aliarse con las minorías nacionalistas CDC,ERC y PNV; esta amalgama suma 178 diputados, dos por encima de la mayoría absoluta.

En definitiva, la opción alternativa sería la que Podemos ha estado invocando desde el 20D, hasta que Pablo Iglesias pareció descartarla pasado el 26J, un hito electoral que supuso para Podemos una evidente decepción: sus pretensiones de alcanzar por sorpresa el poder se vinieron súbitamente abajo y la fuerza política que había surgido de la nada con hechuras originales no tenía más remedio que acomodarse a la ritualidad de la política convencional, de la vieja política. Pero en tanto Iglesias descartaba la alianza imposible -era evidente que el PSOE se resistiría a pactar con una formación populista- después de la formación de la mesa del Congreso en la que Iglesias intentó impulsar la candidatura de Domènech, el número dos del Iglesias, Íñigo Errejón, responsable de área y portavoz parlamentario de UP, se mostraba esta semana dispuesto a "hacer todo lo que haga falta para lograr un Ejecutivo alternativo" en caso de que Mariano Rajoy no consiga los apoyos que le permitan gobernar en minoría. Errejón mantendría un canal de comunicación abierto con Antonio Hernando, y el líder de IU, Alberto Garzón, abonaría la idea de esta coalición. Un nutrido grupo de políticos, intelectuales y activistas han redactado un manifiesto apoyando esta posibilidad.

En el PSOE hay, como siempre, división de opiniones. Una parte de los barones más caracterizados se niega rotundamente a que el PSOE haga cualquier gesto de apoyo a Rajoy, lo que equivale a apostar por esa opción alternativa de gobierno. En cuanto a la alianza con los nacionalistas, el PSOE tendría grandes dificultades para aceptarla, toda vez que ante las presiones soberanistas el gran partido de centro-izquierda tiene la obligación de mantener con firmeza la defensa de la Constitución. Lo que no significa que hubiera que descartar a priori una negociación con el soberanismo precisamente para encontrar fórmulas de apaciguamiento que permitan explorar caminos constitucionales. De hecho, este asunto separa también al PSOE de Podemos, ya que el partido socialista no puede aceptar ni retóricamente la idea de un referéndum de autodeterminación para Cataluña.

Sánchez, por su parte, ha mantenido gran discreción sobre estos asuntos para no cerrarse ninguna puerta. En un primer análisis, parece claro que al PSOE le conviene estar en la oposición para reponerse de su declive, si bien la principal tarea que habrá de llevar a cabo si cuaja este designio sería más creativa que de contradicción: lo que más urge es construir consensos de Estado para salir al paso de unos retrasos históricos que empiezan a acumularse peligrosamente. En estas circunstancias, no puede descartarse que el fracaso de la derecha encuentre una solución de emergencia de izquierdas. Habrá que ver.

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