Diario de Mallorca

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Esta semana comienza de nuevo el día de la marmota, la ronda de conversaciones en las que el Monarca pulsa la capacidad para obtener la investidura a la presidencia del Gobierno de cada partido político dispuesto a ir a verle. No son todos, que Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya han dicho que no irán, ya sea porque sus convicciones antimonárquicas se lo impiden, porque rechazan las reglas constitucionales o porque creen que no van a lograr los votos necesarios para acceder a la Moncloa. Pero entre los que sí que van a ir abundan esas mismas razones, que convierten la visita en una pura comedia de representación continua del sinsentido. Tan absurdo es el espectáculo que en el programa de mano que lo anticipa uno de los principales protagonistas, el líder de Ciudadanos, aseguró que le iba a pedir al Rey que forzase la abstención del PSOE en las sesiones de investidura. Dicho de otro modo, el guion incluye pedirle al Jefe del Estado que se salte las reglas constitucionales.

Nadie va al teatro a ver una obra tirando a flojita que ya ha visto de antemano. Pero se insiste en mantenerla en cartel en la esperanza no ya de que los espectadores se interesen, que no van a interesarse en absoluto, sino con la esperanza de que suceda algo imprevisto. Igual que en los happenings de los años sesenta, vamos. ¿Esperanza vana? Si la impresión que gusta dar el principal candidato a la investidura „bueno, el único„ es la del hieratismo como estrategia política, los equipos negociadores de los partidos que pueden hacer que haya presidente (o no) han estado de reunión continua estos días previos a la ronda de consultas en la Zarzuela.

La idea consiste en que si la suma de los escaños del Partido Popular y Ciudadanos anuncia que votará en bloque a favor de Mariano Rajoy, el hecho de estar al borde de la mayoría absoluta puede llevar a que una parte de los diputados del PSOE se abstenga y salgamos del círculo vicioso en el que estamos metidos desde diciembre del año pasado. Pero el condicional de la frase anterior es de momento una entelequia porque Ciudadanos amenaza con votar que no. La fuga misteriosa de votos en la elección de los órganos de las Cámaras, procedentes a todas luces del nacionalismo, lleva a la sospecha de que la antigua Convergència catalana podría estar recuperando su vocación histórica de bisagra. Todos lo niegan, por supuesto, pero sucede que la negativa se ha vuelto la única vía de comunicación.

Con lo que la sombra de las terceras y temidas elecciones crece. De producirse, habremos alcanzado un hito. El proverbio de Marx y Santayana de que la historia no se repite pero, si lo hace, es en clave de comedia, se habría dado la vuelta en nuestro país. Lo que está sucediendo con el déficit fiscal disparado indica que estamos a punto de lograr que la comedia bufa se nos convierta en un drama letal.

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