Diario de Mallorca

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Secos y saturados

Ahora mismo, sin ir más lejos, los niveles de los acuíferos están bajo mínimos y ya han comenzado las restricciones de agua. Llenar las piscinas es un lujo, también lo es regar los huertos. La sensación es la de que nos estamos desecando y, a la vez, soportamos una entrada masiva de visitantes que, eso sí, dejan su euro para el impuesto ecológico. Un éxito turístico que ya ha dado la vuelta al cuentakilómetros. Nos referimos a la hermana mayor de las islas, Mallorca, pero la menor de las pitiusas, la delicada y frágil Formentera, está siendo avasallada por enormes embarcaciones que abruman su litoral, por no hablar de las miles y miles de motocicletas que zumban por la diminuta isla. Hace ya muchos años que Balears están recibiendo visitantes que, en principio, no nos corresponden. Estos turistas tenían previsto viajar hasta Grecia, Turquía, Croacia, Túnez, incluso el sur de Francia, pero la prudencia o, dicho en plata, el miedo los han dirigido hacia nuestro ya asediado archipiélago. Cualquier interesado se frotaría las manos ante semejante noticia, pero llega un momento en que el exceso ya no revierte en una mayor prosperidad económica, sino que trabaja en contra, en un arrasamiento de la educación y en el supuesto bienestar, tanto del residente habitual como del propio turista que, buscando zonas de confort, se topa con zonas hostiles que merman o destruyen directamente sus sueños de paz. Eso sí, los cafres de rigor, los hooligans de toda la vida, tienen su cuota de diversión más que garantizada en los sitios de siempre. Allí les aguardan los balcones y los bordes de las piscinas y demás atracciones distinguidas.

Las islas no fueron concebidas para estar repletas. Fueron lugar de destierro o de ensoñación para el viajero de antaño, pero esto nos llevaría muy lejos, por lo menos a redactar un breve ensayo sobre el concepto de isla. Lo dejaremos aquí, para quien quiera indagar o tirar de este hilo que les dejo ahí, gratis, para que vayamos reflexionando sobre el tema insular. Pero lo cierto es que la combinación de saturación y escasez de agua puede acabar siendo fatal, pero como habíamos quedado que Mallorca es un milagro, esperaremos con paciencia de mula parda a que todo este barullo pase y mañana será otro día, si los dioses quieren y les apetece.

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