Lucia Patrascu fue asesinada en Pollença el 29 de mayo. Cuatro horas antes de que su esposo la apuñalara delante de todo el vecindario, la mujer rumana se hallaba en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad. Es decir, en esa madrugada de domingo posterior a la final de Champions, era la persona más protegida de Mallorca. En contra de la versión mendaz de la delegación del Gobierno, que no mejora ni tras expulsar a Teresa Palmer, la víctima denunció ante los guardias que estaba asustada y que su marido era capaz de cualquier cosa. No se necesita un documento para corroborar una denuncia, por mucha seriedad adicional que le aporte.
Patrascu fue despachada del cuartel sin prevención ni protocolo, so pretexto de que planteaba una cuita de divorcio. Cuando fue asesinada horas después, el suboficial del citado establecimiento militar no consideró pertinente recordar que se había pasado una hora entera en las dependencias de la Guardia Civil, donde fue la mujer más protegida de Mallorca. Al divulgarse los detalles de la muy mejorable actuación, tanto la cúpula del instituto armado como la delegación del Gobierno prometieron mano dura, transparencia y el siempre mentiroso "se llegará hasta el final, caiga quien caiga".
Han pasado dos meses, y no se ha llegado a ningún sitio. El coronel de la Guardia Civil y el delegado del Gobierno pueden escudarse en su apretada agenda para omitir explicaciones. Sin embargo, los contemplo de comparsas en festejos folklóricos como la recepción a los policías extranjeros que disfrutan en Mallorca de unas vacaciones de uniforme. Considero que sería más importante arrancar del olvido a Lucia Patrascu. De remate, la detención del asesino confeso vino acompañada de la desaparición in itinere de cinco mil euros bajo custodia policial, fenómeno paranormal tampoco aclarado. Los hijos de la víctima han interpuesto acciones legales, pero cabe exigir la respuesta política. El objetivo principal de la dilatada atención mediática a la violencia machista consiste en mantener alerta a los funcionarios implicados. Con la mujer que nos resistimos a olvidar, no fallaron los medios. Fallaron los fines.
