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Llorenç Riera

La inversión huye del brexit hacia Mallorca

Si inmediatamente después de conocerse el resultado del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea ya se constató que la decisión de ruptura no lesionaría los intereses turísticos de Mallorca, con respecto al mercado anglosajón, más bien todo lo contrario, ahora se verifica lo mismo con respecto a otros sectores vinculados o dependientes del turismo.

Mallorca es un buen refugio frente al Brexit. El dinero, como es sabido, se deprime ante la incertidumbre y las aventuras empresariales o políticas. Cuando detecta inseguridades busca amparo y si es posible, rentabilidad rápida en geografías atractivas y estables. Balears reúne estas condiciones en contraposición a lo que ocurre en otros lugares de las riberas del Mediterráneo y a los nuevos retos económicos que deberá asumir el Reino Unido si se desvincula de Europa.

Los inversores inmobiliarios han reparado en Mallorca. De hecho, ya venían demostrando sus preferencias por la isla desde meses antes del Brexit. Los datos aportados por la inmobiliaria internacional Engel&Völkers dejan patente que en el primer semestre de 2016 las ventas, preferentemente de inmuebles de lujo, se han aumentado en un 79% con respecto al mismo periodo del año anterior. Los precios han llegado a registrar incrementos de 59%. Es una acentuada evolución al alza estimulada de forma constante por la alta demanda. En algunas zonas de la isla, especialmente en el sur y el sureste, el mercado está tan saturado que se muestra incapaz de satisfacer la demanda. En el casco antiguo y centro de Palma, los inmuebles y apartamentos selectos se pagan a entre 5.000 y 11.000 euros el metro cuadrado. Son Vida también ha disparado sus precios. En el Port d'Andratx se han pagado 7,8 millones de euros por una villa de lujo. Estos son los datos y el puro reflejo de la situación actual.

La constatación de que en Mallorca falta suelo urbanizable ha transcendido al exterior y esto no hace más que incrementar los niveles de demanda. Si a ello añadimos la seguridad, un transporte aéreo que se da por aceptable y los alicientes gratuitos del clima y paisaje privilegiado, podremos entender con facilidad que Mallorca sea hoy un refugio inversor seguro frente a los hipotéticos riesgos del Brexit. La escasez de agua potable, que se plasma por primera vez como problema real este verano para los residentes de las zonas menos pobladas, no es contemplado todavía como amenaza para los inversores. Probablemente tampoco es conocido aún de forma suficiente, lo cual no ayuda a procurar el remedio imprescindible.

Mallorca está cimentando su posición como residencia de lujo y gran lugar inversor. Es una realidad que se acrecienta día a día con las ventajas que ello comporta, pero también los inconvenientes. La economía local recibe alguna inyección, pero se acentúa el efecto demográfico y los precios se vuelven prohibitivos para una clase media exenta de alicientes esenciales.

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