Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

Política y sociedad

1.En términos democráticos una sociedad que teme a su policía es una sociedad sin mecanismos de defensa frente a cualquier conducta antidemocrática, incluso frente al crimen. Tras el asesinato de cinco policías blancos en Dallas han aparecido varias fotografías de policías negros llorando o haciendo declaraciones cargadas de buenos sentimientos. No tenemos por qué dudar de todo eso, pero sí recelar del despliegue periodístico en cuanto a colores. Aquí el asesino era negro y los muertos blancos. Hasta ahora había ocurrido al revés: la policía mataba negros con la misma facilidad que nosotros matamos a un mosquito que nos fastidia. Ni eso: por las imágenes que hemos visto en televisión, es más fácil para un policía de algunos estados matar a un negro, que para nosotros matar a un mosquito, entre otras cosas porque el puñetero se nos escapa. Pero cuando alguien les da a probar de su propia medicina, las caras de no saber lo que está pasando lo ocupan todo. La gran sorpresa. Quizá sea la mentalidad norteamericana, porque en Europa no nos sorprende tanto que después de una larga lista de negros asesinados por la policía, otro negro decida girar las tornas. Hasta que lo maten y no de un tiro de pistola era más peligroso que los indefensos de antes sino con un robot-bomba accionado a distancia. Como éste sí iba armado...

2. Los insulares somos seres expuestos a todos los vientos. Como ocurre en un barco. Pero en Mallorca tenemos la Serra de Tramuntana, que nos protege, precisamente, del viento del mismo nombre. La Serra amortigua los embates de la tramontana en la isla y sólo los que vivimos temporalmente o siempre en plena Serra, estamos expuestos a sus consecuencias. Hasta donde yo sé la presidenta del Govern balear es de Inca, vive en Palma entre semana y veranea en un lugar que no está en la Serra. O sea que las consecuencias de la tramontana en sus pensamientos o decisiones, son, de ser, muy escasas. Cuando digo consecuencias me refiero a esa fama de viento que causa grandes males mentales a quienes lo padecen. No sé, por ejemplo, a Josep Pla, ya que en el Ampurdán la tramontana pega de lo lindo. Y curiosamente la sensatez en la obra de Pla es proverbial. O sea que se ve que lo de la tramontana va a rachas, como todo viento que se precie. Pero el presidente de Aragón ha tenido un vahído sicalíptico y ha confundido El Ampurdán catalán o la isla de Menorca donde la tramontana pega fuerte con Mallorca, donde tenemos una Línea Maginot o Gran Muralla China la Serra que la desarbola. O sea que las decisiones de la presidenta de la CAIB nacen de sí misma, al margen del viento, la ventisca y la ventolera de la tramontana. Y el presidente de Aragón parece un alumno de la Logse y no alguien de mi época, donde estudiábamos y sabíamos geografía de España por un tubo. La política, la física, la económica y la que hiciera falta. Desde la orografía y las cosechas hasta los nudos ferroviarios, pasando por los vientos más locales. Y en cambio ha dicho que "en determinadas épocas del año, la tramontana altera las mentes de los mallorquines". ¿Está seguro? Porque a lo mejor es todo el año que el viento nos altera las mentes. A veces en bien la brisa del embat y a veces en mal el horno del xaloc. Pero no nos preocupa mucho. Es otra piel. Como lo es el mar. No sé si puede decirse lo mismo en el continente, con el cierzo y el vientosur.

Y 3. "Si no tienen pan que coman pasteles", dicen que dijo María Antonieta cuando la revuelta del pan, meses antes de que estallara la Revolución y ella perdiera la cabeza bajo el filo de la guillotina. No corren aquellos tiempos, pero la indecisión política y los baratos juegos malabares tras las segundas elecciones, empiezan a parecerse al "que coman pasteles". Me refiero a la posibilidad de unas terceras elecciones o la tomadura de pelo convertida en institucional. Ante tal inutilidad deberíamos empezar, los ciudadanos, a pensar una respuesta en caso de que sigan sin entenderse y decidan optar por una tercera vez: la abstención, por ejemplo, no sería muy inadecuada. Una abstención masiva como la hubo, por cierto, en Catalunya cuando la reforma del Estatut. Que la gente se quedara en casa o se fuera a practicar el senderismo o a surfear sobre las olas. Que las ciudades quedaran vacías y ante las urnas sólo estuvieran los pobres a los que les tocara la china de estar en una mesa electoral y los interventores de los partidos. Y a la hora del recuento, listos antes de las nueve de la noche y a ver qué pasa al día siguiente y qué cara nos ponen. Es lo único que apetece cuando los ves pasarse la pelota una y otra vez, de espaldas a la ciudadanía, o lo que es peor, tratándola como si todos fuéramos tontos de remate. "Si no tienen gobierno, que tengan elecciones...".

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