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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

¡A por las terceras!

Lo dejé dicho nueve días antes de las segundas elecciones. Estábamos abocados, bien a la inestabilidad política o a unas nuevas elecciones. Parece que la opción preferida por el PSOE es la segunda. Después del 26J, en el seno del PSOE se han pronunciado a favor de dejar gobernar al PP con condiciones, es decir, abstenerse a cambio de contrapartidas programáticas, voces tan reconocidas como las de Fernández Vara, Josep Borrell o el propio Felipe González. En el resto del PSOE, comité federal incluido, parece predominar el no a Rajoy tanto en la primera como en la segunda votación de investidura. Los afectados por la tramontana, Iceta y Armengol, según Javier Lambán, presidente de Aragón, no solamente están exigiendo el no a Rajoy, sino que se está demandando a Sánchez que se comprometa a articular una mayoría alternativa con Unidos Podemos, ERC, PDC, PNV y CC. Con su iniciativa, la lideresa del PSIB, pareja consuetudinaria del PSC, ha conseguido que alguno de los columnistas estrella de la prensa de Madrid, haya parafraseado la célebre pregunta de Pujol "¿Qué coño es la UDEF?", con otra tal que ésta: "¿Quién coño es Armengol?". Armengol ha sido la primera dirigente del PSIB en ser protagonista a nivel estatal no por un episodio de corrupción como el túnel de Sóller, o por el Palma Arena, o por el caso Nóos, sino por haber hecho una propuesta política de articulación del gobierno de España. Por primera vez en su historia el PSIB merece la atención por significarse políticamente. Uno podrá estar o no de acuerdo con Armengol, yo no lo estoy, pero habrá que reconocerle que es la primera dirigente nuestra que no se sitúa "darrera sa roca" y se moja sin esperar a que haya cuajado una posición mayoritaria en el seno de su partido.

Pero Lambán se equivoca respecto a Armengol. No es la tramontana, que en Mallorca no es viento predominante; a veces sopla, a veces no. De hacerle caso, Armengol entonaría sus do de pecho a veces sí, a veces no. No, no es la Tramontana, tampoco el Xaloc, que es viento frecuente en verano y capaz de trastornar la psique, Armengol es así. Ella se siente catalana, está a favor de la consulta de autodeterminación, y está impulsando un plan para convertir nuestra comunidad en monolingüe catalana. Que un partido como el PSOE pueda albergar en su seno a Armengol, Iceta, Díaz, García-Page, González, Guerra, etc., que tienen posiciones tan diferenciadas respecto a cuestiones como la nación, lenguas, Estado, sistema económico, es decir, nacionalistas españoles, nacionalistas catalanes, socialistas, socialdemócratas, social-liberales, sin romperse, es un misterio que sólo se explica en la medida que todos y cada uno sacan provecho en la medida que esto funciona. Si dejara de funcionar, todos perderían. Y es por esto que el miedo en el cuerpo no se lo mete el PP, aunque gobierne el PP, el miedo en el cuerpo se lo mete Podemos. Quien puede sustituir al PSOE y quebrar el modo de vida, el profesionalismo, de gran cantidad de sus dirigentes, no es el PP (de hecho han sobrevivido buena parte de ellos con el PP en el gobierno), sino Podemos. Éste es el verdadero objetivo de Iglesias, que de forma tan oportunista se ha declarado socialdemócrata. Contra lo que algunos afirman, el PSOE no va a romperse en la encrucijada en la que se encuentra, lo máximo que podría ocurrir, es que se diera paso a una franquicia del PSOE en Cataluña; el poder, aun en la oposición, es lo que les une. Sólo su sustitución por Podemos haría que el PSOE estallase. La vieja casta sustituida por una nueva casta. De ahí que su primera amenaza no sea el PP, sino Podemos. De ahí que no sea posible una gran coalición, de ahí que no sea posible una abstención, de ahí que los intereses de partido estén por encima de los intereses del país.

Podemos e Iglesias no van a darles cuartel. Por eso Iglesias, en la comparecencia ante la prensa del martes, después de entrevistarse con Rajoy, no habló de Rajoy, ni del PP. Dijo que si el PSOE se abstenía y, por tanto, posibilitaba el gobierno de Rajoy, de hecho se convertía en socio más o menos entusiasmado del PP y Podemos se convertía en la verdadera oposición al PP. Por contra, cualquier acuerdo de gobierno con Podemos, sin contar con la desestabilización territorial de los nacionalistas, es una operación que puede ser muy interesante para que Sánchez pudiera ser presidente del gobierno, pero es suicida para el PSOE. Parece bastante claro que éste es el punto de vista de la vieja guardia del PSOE. En cambio, ésta es la visión de Armengol, por dos motivos. El primero porque sintoniza con su pensamiento nacionalista; el segundo porque el pacto con Podemos fortalece su posición como presidenta del Govern en Balears y aleja el fantasma de la inestabilidad de un gobierno presidido por la tercera fuerza política de Balears. El PSOE le importa en la medida en que coincide con sus intereses.

Los dirigentes del PSOE se sacuden de encima el argumento de la responsabilidad del partido para no acudir a unas terceras elecciones, con el razonamiento de que la misma responsabilidad tenía el PP en la votación de investidura de Sánchez después del pacto PSOE-C's, y el PP no se abstuvo, sino que votó en contra, imposibilitándola. ¿Por qué se exige esta responsabilidad al PSOE y no se exigió al PP que, además, rechazó el encargo del rey? La respuesta es bastante evidente. Sánchez, con su "no es no" y con su "qué parte del no es la que no ha comprendido Rajoy", de hecho estaba propiciando su propia investidura, con 90 diputados frente a los 123 del partido más votado el 20D. Era un tanto surrealista que, además, pudiera exigir la abstención al partido vencedor con el que se negaba incluso a hablar. Los dirigentes socialistas lo utilizan con el mayor desparpajo. Como el argumento de que el responsable de que Rajoy gobierne es Podemos por no haberles votado a cambio de nada. Se atreven con todo.

Si Ciudadanos se abstiene, como ha dicho su dirección, el no del PSOE, que por activa y por pasiva repiten Hernando, Luena, Díaz, etc., diciendo que no van a abstenerse ni en primera ni en segunda votación porque, si así lo hicieran, perderían toda la credibilidad como partido político, aboca a las terceras elecciones. Así lo ha planteado un Alfonso Guerra al que hay que suponerle pocas simpatías por el PP y Rajoy: "El no a Rajoy y el no a las terceras elecciones son contradictorios". En efecto, por mucho que les pese están destinados a contradecirse a sí mismos. O bien todas las declaraciones con sabor a rotundidad anunciando los noes a Rajoy son puro postureo ("que no parezca que nos rendimos a las primeras de cambio y, al tiempo, hacemos sufrir a Rajoy") y al final y en el último momento van a abstenerse, incumpliendo sus compromisos más ardientes ; o bien vamos a por las terceras elecciones en noviembre (no pueden irse a la oposición porque no habría gobierno), en contra de la rotundidad con la que proclamaron que no las habría. Frívolos e irresponsables a partes iguales.

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