El gracioso Lambán es un pájaro que anida en el Pirineo aragonés. De escaso valor ornitológico, periódicamente emite incoherencias que acreditan su nulo sentido del humor. Uno de sus ejemplares más renombrados pero también ridículos responde por Javier Lambán, presidente socialista de Aragón de inconfundible graznido chillón. Ante la propuesta de su correligionaria Francina Armengol de sondear un pacto de Sánchez con Podemos, el gracioso Lambán sentenció que la iniciativa "es un producto de la tramontana, que en determinadas épocas del año altera las mentes". Ante la duda, insultemos a los mallorquines, que sale gratis.
Si según su docto diagnóstico la tramontana solo altera el cerebro, el gracioso Lambán no tiene nada que temer. Que los dioses socialistas nos libren de inmiscuirnos en una querella interna del partido en proceso de disolución, pero el gracioso Lambán recurre a la locura colectiva para humillar a su colega. Los mallorquines tenemos demasiada categoría para replicar con una majadería sobre el Pilar, en especial porque en mi caso me restregaron de recién nacido por su manto en explicación de muchas calamidades posteriores. Razonemos pues desde nuestras mentes trastornadas contra el mentalista Lambán.
Se mofa el pájaro de que Sánchez pueda gobernar siendo la segunda fuerza más votada. Pues bien, el gracioso Lambán encabeza la segunda lista más votada de las Cortes de Aragón, pese a lo cual gobierna la comunidad citada. Se carcajea por ende de una alianza en Madrid entre PSOE y Podemos. Pues bien, el socialista Lambán rige Aragón gracias a una alianza con Podemos, que le cede gratuitamente 14 diputados. Se mofa de los apoyos múltiples que requerirían los socialistas para alcanzar La Moncloa. Pues bien, el gracioso encabeza un cuatripartito. Como todos los chistosos profesionales, este ave también aplica a los demás unas recetas que no respeta. En cuanto al insulto gratuito a los mallorquines, este mismo año recaudaremos 860 millones a repartir entre las restantes autonomías. El gracioso Lambán puede aclararnos en su próxima bufonada qué porción de ese dinero trastornado prefiere no recibir.
