En Mallorca nos encontramos ante un verano récord. Pero no todos los mallorquines comparten el entusiasmo del sector turístico. En abril unas pintadas contra los turistas ocuparon los titulares de los periódicos. Rápidamente, para tranquilizar, se dijo que solamente habían sido unos chiflados. Pero sería mejor preguntarse por qué se ha llegado tan lejos.

Prueba también de que por lo menos una parte de los mallorquines ve de forma crítica el excesivo aumento del turismo de masas, es el enfado sobre un titular, entretanto ya modificado, en la parte inferior de la web tui.com, en la que hacían publicidad para el turismo de fiesta ("Fiesta hasta que venga el médico"). A mí personalmente ya me bastan los borrachos que están de fiesta, arman escándalo por las noches y cantan a gritos la canción de Alemania.

Balears necesitan el turismo. Pero casi trece millones de visitantes frente a aproximadamente un millón de residentes, es una proporción bastante especial. Y pesa aún más el hecho de que muchos residentes tienen la sensación de que casi no participan. Por una parte tenemos los aumentos de las llegadas. El número de visitantes en Balears ha aumentado una cuarta parte desde el 2008 hasta el 2015, hasta más de 12,5 millones de visitantes. Los hoteleros y principalmente los grandes grupos son los que se benefician de ello.

Por otra parte, según las cifras oficiales, debido a la crisis económica en España, los ingresos medios de un hogar en Baleares han disminuido un 20,4% desde el 2008 hasta el 2015, quedándose en 22.591 euros y eso con un aumento de precios. Para los peninsulares, sin los cuales sería imposible superar la temporada, los precios de los alquileres aumentan de forma desproporcionada y a menudo ya no están en consonancia con sus ingresos en hoteles y bares.

Uno de los motivos es el aumento salvaje de los alquileres. En Mallorca en el 2015 había 88.000 habitaciones de hoteles. Sin embargo, según estimaciones, casi la mitad de los visitantes no se aloja en hoteles. Según datos del portal Inside Airbnb, de las 11.271 ofertas en Mallorca, solamente un 14% son habitaciones, el resto son viviendas completas. En la isla está prohibido el alquiler de viviendas en edificios plurifamiliares. Yo mismo vivo en un edificio de este tipo, y ¡hay viviendas alquiladas! Para aquellos que regentan pequeños locales y negocios, los alquileres en el centro de la ciudad son casi impagables.

A esta sensación de algún mallorquin de que se han alcanzado los límites del crecimiento, contribuyen dos factores más: los cruceros y los coches de alquiler. Es imposible pasar por alto ocho cruceros con 22.000 pasajeros atracados en Palma en un solo día. Durante la temporada alta más de 60.000 coches de alquiler atascan las carreteras. Formentera, por ejemplo, tiene una longitud de 19 kilómetros en la que transitan hasta 20.000 coches.

Unos de los factores de éxito más importantes de un destino es la cultura de la bienvenida. Si la hospitalidad cambia, todos los del sector tendremos un enorme problema. Por lo tanto, sería importante que, más allá de los límites de los partidos, un grupo de trabajo formado por expertos nacionales e internacionales se ocupara de las cuestiones fundamentales. Mallorca y las Baleares necesitan un plan maestro de cómo planificar su futuro turístico. Desde hace cuarenta años se habla de prolongar las temporadas turísticas, sin que haya pasado gran cosa.

Pero también sería necesario un balance social, con el que se analizara de forma crítica cómo sería posible que la mayor parte de la población se viera más beneficiada por el crecimiento del turismo. Para eso seguramente será inevitable una reglamentación. Y finalmente, es necesario llevar a cabo un marketing interno entre la población sobre los efectos positivos del turismo. Para que Mallorca siga siendo una isla de ensueño tanto para los turistas como para los residentes.

* Trabajó en TUI y actualmente es consultor en Palma