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Camilo José Cela Conde

Todos a la cárcel

La audiencia de Barcelona ha condenado a quien dicen que es el mejor jugador de fútbol del mundo y, desde luego, uno de los que más cobran a 21 meses de cárcel por un delito de fraude fiscal. Si la sentencia se confirma, que imagino que es recurrible antes instancias superiores y será recurrida, el futbolista y su padre ocultaron más de 4 millones de euros que deberían haber declarado.

La noticia ha recibido ya una atención extrema, en particular porque afecta a una estrella mediática que, a mayor abundamiento es la gran figura del Barça. Como gustan recordar sus socios y simpatizantes, el Barça es más que un club de fútbol, afirmación que no se refiere al hecho innegable de que cuenta con secciones de gran éxito en otros deportes como son el baloncesto, el balonmano o el fútbol sala. Lo que, como es obvio, quiere decir que el Barça es más que un club se refiere a que es una bandera de la identidad catalana y, dentro de ella, uno de los principales valores del proceso soberanista. Con lo que está garantizado que la condena del futbolista emblemático de ese conglomerado de intereses será vista como un ataque más del nacionalismo español, dirigido desde el Gobierno, que se suma a las maquinaciones repugnantes (eso lo digo yo) en las que el ministro del Interior y el responsable de la agencia anticorrupción de Cataluña urdían ataques a los partidos independentistas.

Semejante interpretación, que se ha producido ya por medio de comentarios aparecidos en uno de los principales diarios deportivos de Barcelona, mantiene que se trata de una persecución política con derivaciones deportivas. E insinúa una hipótesis interesante: de fichar Messi por el Real Madrid, se acabarían sus problemas fiscales. Creo que serán legión quienes acepten que vivimos en un país de pandereta pero me parece que las elucubraciones de ese estilo van demasiado lejos. Se remontarían en el tiempo hasta octubre del año pasado, cuando la abogacía del Estado solicitó una pena de cárcel para el futbolista y su padre superior en sólo un mes a la que ambos han recibido. Se da la circunstancia, aireada por la prensa deportiva, de que la entonces jefa de los servicios jurídicos del Estado perteneció con anterioridad a la directiva del Real Madrid.

El complot supone que la condena a Messi es fruto de una conspiración en la que participan la abogacía del Estado, los fiscales, los ministros y los jueces. Se salvaría, digo yo, el Rey porque es sabido que es del Atlético de Madrid. De ahí para abajo, todos. Pero la película de Berlanga nos explicó que la cárcel vendría a ser una especie de club privado en el que se reúnen los poderes más altos para hacer de ella una fiesta. En ese caso, ¡ay!, el futbolista debería estar deseando meterse en ella. Por suerte la pena que ha recibido Messi no implica la entrada en la prisión. Echaremos en falta la fotografía capaz de remontarnos a 1714.

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