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Antonio Tarabini

Una semana después en Balears (y II)

El 26J se celebraron unas elecciones generales cuyo objetivo era la renovación del Parlamento español, las Cortes Generales compuestas por el Congreso de los Diputados y el Senado, y posteriormente la investidura del presidente de Gobierno. En consecuencia, no es cierto que, tal como ha afirmado la portavoz popular, las elecciones recién celebradas "han sido un voto de castigo al actual Govern". Pero también es una realidad que los resultados pueden tener repercusiones en el quehacer cotidiano del Govern (especialmente por su carácter plural) y en sus expectativas a medio plazo. Tal realidad justifica que también analicemos, aunque sea someramente, los resultados del 26 en nuestra comunidad.

Los resultados son diáfanos. Los populares han vencido de modo claro, han aumentado notablemente sus votantes y mantienen los tres diputados. El PP de Balears presentó una candidata "neutra" respecto a sus batallas internas en búsqueda de un líder. No aportó nada, pero tampoco restó. Y sus expectativas de voto se vieron desbordadas, considerando que en algunos momentos los populares ("infectados" por los sondeos) estuvieron temerosos por el ímpetu de Podemos. Su campaña se basó en los miedos de un posible gobierno radical y extremista, y les funcionó. Han recuperado parte de los votantes "perdidos" básicamente en la abstención, tras su funesta gestión de su mayoría absoluta personificada en el expresident Bauzá y compañía. Pero, a pesar de haber superado con creces sus expectativas, siguen quedando lejos de sus mejores resultados. Su próxima batalla es recuperar sus cuotas de poder en la comunidad. Pero, hoy por hoy, tal "asalto" queda hipotecado por su guerra interna, posiblemente cruenta, en la elección de su presidente y posterior candidato autonómico. El reto del PP de Balears y sus parlamentarios (diputados y senadores) será armarse de valentía y de coherencia para conseguir que el muy probable gobierno presidido por Rajoy no ponga piedras en el camino en la consecución de asuntos "clave" para nuestra comunidad que obtuvieron consensos, incluidos los populares, en nuestro Parlament: una financiación justa, un régimen especial que compense los coste añadidos a la insularidad, la tarifa plana cuanto menos en los vuelos interinsulares, la paralización definitiva de las prospecciones en nuestros entornos marítimos. Sus vecinos ideológicos, Ciudadanos, ha seguido la tónica general del partido a nivel estatal, aunque a pesar de haber perdido casi 4.000 votos ha mantenido su diputado.

Los socialistas no han tenido unos buenos resultados, a pesar de haber mejorado respecto al 20D y haber mantenido sus dos diputados, puestos en discusión por diversas encuestas. Como mínimo parece que, de momento, el PSIB/PSOE ha frenado su sangría de votos hacia Podemos y la abstención. Es cierto que la coalición Units Podem Més supera en votos al PSIB/PSOE, pero tal sorpasso podría ser provisional en el caso de que tal coalición electoral no se consolidara. Los socialistas han mejorado en casi 5.000 votos, posiblemente de exvotantes socialistas instalados en la abstención o en Podemos. Su valor cuantitativo es mínimo, pero su valor simbólico puede resultar significativo. Su desgaste en las instituciones, especialmente ostentando la presidencia de la comunidad a través de un pacto complejo, ha sido mucho menor de lo previsto por algunos analistas. El futuro de los socialistas, recuperar su propio discurso enraizado en nuestra realidad (económica, social, cultural?), dependerá de su gestión en ayuntamientos, en consells y sobre todo en el Govern. De momento, visto los resultados de sus socios de gobierno, cabe esperar una estabilidad básica en el Govern que posibilite visualizar sus logros.

La coalición Units Podem Més fundamentaba sus expectativas, convalidadas por los sondeos, en que la suma de los votos de cada uno de los partidos en la anterior convocatoria fuera la alternativa más votada, que incluso diera el sorpasso a los populares con cuatro diputados y como mínimo tres. La realidad no se ha correspondido con las expectativas, aunque el discurso oficial es que "los resultados hubieran sido peores si nos hubiéramos presentado por separado". La suma de los votos de Podemos, IU y Més el pasado 20D fue de 156.781 ciudadanos, mientras que los votos de la candidatura unitaria del pasando 26J fueron 117.812. Han dejado en el camino 38.969 votos. Sus objetivo no se cumplieron, y el más afectado ha sido Més. Su expectativa era, como mínimo, obtener un tercer diputado que, al menos a tiempo parcial, debía ser ocupado por Antoni Verger, de Més. No ha sido así. Más aún, los resultados de la coalición no han sido positivos en feudos históricos especialmente del PSM. No es de esperar una ruptura de la dirección de Més, pero queda pendiente el encaje de las personas y colectivos más próximos al PSM en el proyecto colectivo. Por su parte, Podemos, conjuntamente con su estructura estatal, debe también redefinir sus estrategias. ¡Ah! La candidatura Sobirania per a les Illes consigue unos 7.000 sufragios, que como mínimo tienen un valor simbólico.

El futuro no está escrito, pero los resultados del 26J no hacen prever grandes tsunamis en las instituciones de nuestra comunidad, básicamente en el Govern. Su gobernabilidad depende en gran parte de la convivencia positiva (con algunos chaparrones incluidos) entre los tres socios del pacto titulado precisamente "de gobernabilidad". El problema para nuestra comunidad puede radicar en la radical insensibilidad del Gobierno, probablemente presidido por Rajoy, hacia nuestros grandes retos.

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