Se acercan los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y crece la intranquilidad e incertidumbre sobre las condiciones sanitarias de este evento. Principalmente preocupa la posibilidad de adquirir el zika; este virus se trasmite básicamente por la picadura de los mosquitos A.aepypti, y Brasil es uno de los países en situación epidémica.

Sin embargo es importante aclarar ciertos conceptos que pueden llevarnos a interpretaciones erróneas o no adecuadas. Los modelos matemáticos, basados en datos epidemiológicos del zika y dengue (que se trasmite a través del mismo vector y que también es epidémico en este país), han establecido que la probabilidad de que los atletas, acompañantes y visitantes (se calcula entre 1,8 y 3 millones de personas) se infecten de zika es de entre 3-16 personas en total. Es decir esta probabilidad es mil veces inferior a la que tienen los atletas en conseguir una medalla olímpica.

¿Cuáles son las razones de esta baja probabilidad? En primer lugar la experiencia de otros eventos deportivos de asistencia masiva. Así en el campeonato mundial de fútbol celebrado en 2014, también en Brasil, sólo se detectaron tres casos de asistentes infectados por el virus del dengue y ninguno de zika. Es cierto que sólo se conocen aquellos casos que presentan síntomas y la mayoría de las personas infectadas (cerca del 80%) no los presentan. Por lo tanto parece evidente que los riesgos para la salud y las infecciones, y posteriores epidemias, no son nada frecuentes en las concentraciones masivas de personas en una determinada área geográfica.

En segundo lugar, la celebración de los Juegos se producirá en una época del año en la que el clima frío y seco y la actividad vectorial es baja, por ello las poblaciones de mosquitos serán menores y el riesgo de picadura también será inferior. Además debe recordarse que no todos los mosquitos que pican son portadores del virus zika (sólo del 10-15%), de modo que muchas picaduras serán ineficientes.

En tercer lugar, las actuaciones de las autoridades sanitarias brasileñas para minimizar la presencia de mosquitos en las zonas de competición lleva meses de funcionamiento y está consiguiendo resultados espectaculares en la disminución de los vectores. Las fumigaciones masivas y locales, la eliminación de los acúmulos de agua y la educación de la población, están consiguiendo la participación de todos los estamentos para evitar que estas Olimpiadas pasen a la historia como los del zika y no como los de los récords mundiales.

Evidentemente, y hay que ser sincero, el riesgo cero no existe y por lo tanto es necesario tomar una serie de medidas de protección y prevención. Así los repelentes y las mosquiteras van a ser los protagonistas de este evento; nadie debería viajar a este país sin un repelente de eficacia demostrada y aplicárselo en el mismo momento en que salga del avión. Además es muy recomendable vestir ropa clara con manga larga y pantalón largo y no adentrarse en áreas o zonas urbanas más allá de las recomendadas por las autoridades locales (las llamadas áreas de seguridad sanitaria). Además como es lógico, el riesgo para los atletas es variable, ya que aquellos que compiten en espacios cerrados (natación, baloncesto) la posibilidad de ser picados en muy inferior a los que compiten en espacios abiertos (atletismo, fútbol o piragüismo). Por ello deben adaptarse las medidas de prevención en función del tipo de deporte y del tiempo de exposición ambiental. Los asistentes y visitantes van a estar la mayoría del tiempo al aire libre y por ello deberían ser más rigurosos en la prevención.

Existe una segunda posibilidad de trasmisión del zika y es la vía sexual. Los estudios recientes han demostrado la presencia del virus en el semen hasta dos meses después de la infección y con ello la posibilidad de infección de la pareja sexual. Por ello debe recomendarse, y ya se está haciendo, que no se realice ninguna actividad sexual sin el empleo de preservativos u otros medios de protección, al menos hasta ocho semanas después de volver del viaje. También las mujeres que acudan deberían intentar evitar el embarazo al menos hasta ocho semanas después del regreso del viaje. Sin embargo hay que recordar que no todos los hombres infectados excretan el virus del zika en el semen ni todos los que lo presentan tienen capacidad para trasmitirlo e infectar a la pareja. Pero en este caso predomina el principio básico de prevención de riesgo.

Si aceptamos que es muy poco probable que se infecten muchas personas, por lo tanto no se producirá un aumento de casos en origen, existe la duda de la expansión mundial del zika a través de las pocas personas infectadas. Es cierto que un grupo de científicos han solicitado a la Organización Mundial de la Salud que se cancelen estos Juegos por esta posibilidad teórica; pero sus criterios son de una rigurosidad excesiva. Las personas que puedan llevar el zika a su país de origen han de hacerlo en la fase virémica (los primeros 5-7 días), vivir en un área geográfica en la que exista un vector capacitado y competente para trasmitirlo (A.albopictus) y encontrar personas susceptibles. Por suerte el vector no se ha expandido todavía a todos los países y continentes y por ello la posibilidad de que se produzcan brotes epidémicos locales/autóctonos es muy baja. Además la mayoría de sistemas sanitarios están perfectamente capacitados para su detección y control, como por ejemplo se ha demostrado en nuestro país.

Por lo tanto debemos aceptar que la asistencia a los Juegos de Brasil puede comportar un mínimo riesgo de infección viral, probablemente no muy superior a otros eventos realizados en este mismo país, pero siguiendo y adaptando todas las recomendaciones sanitarias podemos viajar, disfrutar del país y volver sin complejo de culpabilidad. En definitiva, las Olimpiadas deben realizarse pero con precauciones y sentido común.

*Doctor de la Unidad de Virología del Hospital Universitario Son Espases