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Antonio Papell

La reacción del PSOE

El PSOE, uno de los dos grandes partidos que han vertebrado el desarrollo democrático desde el arranque de la Transición, ha entrado en un penoso declive. De formar gobierno con 169 diputados y el 39,9% de los votos en 2008, pasó a la oposición con apenas 110 diputados y el 28,7% de los votos en 2011; en 2015, obtuvo solamente 90 diputados y el 22,0%, y el 26 de junio apenas ha obtenido 85 escaños y el 22,7%.

La causa directa del declive ha sido la crisis económica y el consiguiente estallido de la burbuja inmobiliaria, atribuida en parte al entonces partido gobernante, y, como efecto subordinado, también el surgimiento de nuevas organizaciones políticas, dispuesta a ocupar un vacío político evidente creado por el descrédito de las viejas organizaciones. Hoy, el PSOE, que antes sólo compartía su espacio político con IU, ha de competir con Ciudadanos y con Podemos, por más que en esta reciente consulta se haya comprobado que mantiene el liderazgo de la izquierda y que la euforia de Podemos podría convertirse en humo a medio plazo.

En cualquier caso, es evidente que el PSOE debe reaccionar tras esta dilatada decadencia. Pero ello no ha de significar emprender alocadas renovaciones, ni extremar hasta el delirio la crítica disolvente, ni recurrir al márketing para seducir artificiosamente al electorado. De lo que se trata es de recuperar las raíces ideológicas, adaptadas a la modernidad, y de aplicar las propuestas con solvencia y oportunidad.

José Antonio Gómez Yáñez es un sociólogo de gran sentido analítico, con una visión certera de la vida pública, y acaba de efectuar en un artículo para "Analytiks" un diagnóstico impagable de los males que aquejan al PSOE y lo mantienen postrado. Detecta que Pedro Sánchez se ha estabilizado pero "el liderazgo colectivo es pobre"; que los retos del partido socialista son apuntalar su liderazgo y renovar sus programa"; y destaca un error conceptual que es un verdadero hallazgo y que explica las razones de su decadencia: "Desde hace mucho tiempo, [el PSOE] está confundiendo el Estado del Bienestar con el Estado Asistencial; en su publicidad habla de sanidad, educación, mujeres, oportunidades, mayores, pensiones, dependientes, familiares que los cuidan, violencia de género, pobreza infantil, empleos precarios. Pero de eso también puede hablar el centro derecha. La diferencia ahí estriba sólo en la eficacia en la gestión, acaso en el modelo de gestión (pública o privada o sus variantes). La socialdemocracia era un proyecto de reequilibrio de poderes sociales a través de los sindicatos, del derecho de trabajo, de la participación de los empleados en la empresa, etc. El PSOE ha perdido esa vertiente. Su problema, que no parece percibir, es que el PSOE tiene que transmitir la idea de que alterará los poderes sociales en favor de determinados sectores sociales".

Lo que viene a decir Gómez Yáñez (quien se explica perfectamente, sin necesidad de intérpretes) es que el PSOE ha de distinguirse de la derecha en la intensidad de la preocupación social, en el orden de preferencias -el ser humano ha de estar en el centro del discurso- y en los procedimientos. Ya se sabe que la idea de redistribución, poco eficiente, ha de dejar paso al énfasis en la calidad, la universalidad y la gratuidad de los grandes servicios públicos, pero a algunos nos gustaría escuchar de su boca que la escuela pública es un valiosísimo factor de integración, que los derechos laborales -el derecho a la negociación colectiva y a un salario mínimo digno- no son entelequias del pasado, que los sindicatos son mediadores sociales indispensables y que no es tolerable que haya un solo ciudadano en riesgo de pobreza severa.

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