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Norberto Alcover

La negación del ser de Rajoy

Para nada se trata de un artículo metafísico. En absoluto. Pero al meditar lo sucedido en las urnas el pasado 26 de este junio ambivalente, he recordado otro texto de hace semanas en el que me preguntaba si no nos estaríamos equivocando con la aparente inacción de Mariano Rajoy. Porque hemos decidido que el malo y el tonto del momento era el presidente en funciones, y resulta que, al final de la escapada, ha llegado a la meta con enorme facilidad, como si no estuviera cansado y pudiera mirar por encima del hombro a sus adversarios. ¿Tan malo y tan tonto es este señor que resiste el permanente embate de personas tan ilustres como el líder del socialismo español, que se consuela con haber evitado el sorpaso, menuda consolación, pero también el atractivo prometedor del joven Rivera, y sobre todo el menosprecio agresivo del recién llegado, el habilísimo creador de un partido en nada más de dos años? De verdad, ¿tan malo y tan tonto?

Mucho me temo, como ya preguntaba hace semanas, si no estaríamos equivocados al "negar el ser de Rajoy" por necesidad imperiosa de nuestra atemorizada perspectiva. Ahora tengo la respuesta, que para colmo de sorpresas me la han dado los votantes españoles en un abrir y cerrar de ojos. Ahí está el que han llamado "sosoman", pero de suyo es un caso llamativo, políticamente hablando, de perspicacia y sobre todo, de conocimiento del paisaje electoral español. Los demás "querían ser" mientras Rajoy "era". Nuestra dedicación infatigable a tal negación insolvente, se ha convertido en una factura de altos vuelos que tardaremos mucho tiempo en pagar. Nuestra necedad, soberbia y también nuestro pánico a lo que acabó por suceder, ha sido una autotrampa en la que hemos caído como niños perdidos sin biberón. Los malos y tontos hemos sido quienes hemos infravalorado al votante medio y a Mariano Rajoy, con motivos para estar muerto de risa. De mucha risa.

Pero es que a la vez, la estrategia rajoyista nos ha permitido conocer mucho más a sus adversarios y líderes de muchos de nosotros. Es evidente que Sánchez carece de talla política para liderar un cuerpo tan complejo como el del socialismo español, especialmente en tiempos críticos de necesario cambio€ pero sin caer en una desastrosa desnaturalización: se dejó engañar por el experto en asesorar partidos de una dudosa naturaleza y acabó batallando no contra Rajoy antes bien contra Iglesias. ¿Seguirá este hombre liderando el PSOE necesario para nuestro futuro? Pero Rajoy también ha puesto en evidencia los huecos políticos y no menos estratégicos/tácticos de esa extraña unión entre Podemos e Izquierda Unida: más votantes de los esperados han dicho que no, que ni las afirmaciones antisistema les convencían, ni se creían tantas promesas programáticas maximalistas. Me gustaría en bien de todos que Iglesias y Errejón meditaran muy seriamente sobre su actitud prepotente y también carente de fundamento sociológico respetable. España no es un país recién inventado como algún otro, sumido en las consecuencias totalitarias desde círculos intelectuales pero ejecutadas por líderes vocingleros y al final crueles con el futuro de su pueblo. Y en fin, el optimismo platónico de Albert Rivera se ha demostrado inútil ante personas acostumbradas a reflexionar sobre la utilidad de su voto. Los tres nos han mostrado sus vergüenzas, mientras que ese señor tan malo y tan tonto, tontísimo, se erigía en vencedor, no mostraba pasiones exageradas y con la misma tranquilidad que se había moderado en la ruta electoral, ahora saltaba de satisfacción pero forzándose, porque no es lo suyo saltar, botar y reacciones semejantes. Corrupciones olvidadas. Investigaciones demasiado tardías. Exagerada demonización. Mal, muy mal.

Es verdad que ahora todos nos disponemos a responder con un "nunca colaboraremos con Rajoy, ni con el PP, nunca" Pues qué bien, además de incapaces de prever el futuro, nos mostramos, de momento, incapaces de discernir el presente en la clave que este viejo país necesita, con sentido de estado y no estado de sinsentido. Además, el conjunto de españoles, aunque muchos no coincidamos con Rajoy, no nos lo merecemos: quien está dispuesto a servir en la victoria, tiene que ser capaz de servir en la derrota. De lo contrario, la política se convierte en agresión al adversario pero también, lo que es peor, en desprecio del votante. Presentarse a unas elecciones es un riesgo personal y partidista, nunca sabemos, en general, lo que sucederဠpero hay que aceptarlo de antemano. Este asunto pendiente tiene que resolverse con un mínimo de generosidad, por mucho que nos digamos que ya que no se le ha podido vencer en las urnas, se le vencerá desde los despachos de los partidos. Por favor, no caigamos en esta mezquindad. Percibo que España no la merece.

Como han comprobado, de metafísico nada de nada. Es un artículo de un pragmático absoluto porque nos ha llegado la hora de no jugar a niños irresponsables, antes bien a ser políticamente adultos. Cameron es un excelente ejemplo de esa irresponsabilidad. Olvidémoslo. De la "negatividad del ser" hay que transitar a la "realidad de cuanto es", no solo de lo que es el señor Rajoy sino también de lo que es este baqueteado país. Necesitamos la hombría de pasar de la Transición a la Proyección.

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