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Llorenç Riera

Demanda turística a prueba de 'Brexit'

El león puede acabar siendo mucho más manso de lo que se presume. Su fiereza es solo efecto del impacto frente a lo inesperado y temido.

El brexit ha sido una sorpresa. Pese a lo ajustado de los pronósticos, al final existía la impresión de que el Reino Unido optaría por permanecer en la Unión Europea. Ha sido al revés, y ahora la disputa se centra sobre una eventual revisión del referéndum y en concretar el modo en que se negocia y programa la ruptura de vínculos.

Todo ello tiene claras consecuencias, como se ha reflejado de inmediato en los mercados financieros y hay quien dice que sobre el resultado de las elecciones españolas del pasado domingo.

Contemplada desde Balears, el meollo del asunto está en saber la incidencia del brexit en relación al turismo británico, el segundo mercado de estas islas.

En principio se ha dado por supuesto que la inevitable devaluación de la libra se traduciría de inmediato en una menor capacidad de consumo exterior, y por tanto de hacer turismo, por parte de los ingleses. Ahora ya se da por seguro que no será así, no porque la moneda británica no se deprecie, sino porque hay otros elementos asociados que paliarán con creces este efecto.

Los analistas del BBVA dicen tenerlo claro. El turismo en general y el británico en particular, seguirá batiendo récords en la próxima temporada, por varios motivos. Uno, porque la bajada de los precios del petróleo propiciará también una disminución de los costes del viaje. Otro, porque la inestabilidad geopolítica de los mercados competidores no lleva camino de retroceder. Miren, sin ir más lejos, el mismo atentado de anteanoche, en Turquía. Con todo ello, el BBVA preve un crecimiento del 3,2% para 2017 en Balears, con varias salvedades que convendrá tener en cuenta porque las grandes cifras siguen amagando detalles sustanciales.

Después de un verano, el actual, con más trabajadores que nunca en activo -520.000- se volverán a crear otros 46.000 empleos, dejando el paro en el 12%, pero seguirán siendo unos puestos de trabajo muy condicionados por la temporalidad y los salarios bajos. Por eso mismo, el consumo limita su crecimiento en el 40% ceñido a la población más adinerada y aún arrastra el efecto, ahora beneficioso, de las compras atrasadas durante la crisis económica.

Parece claro que se consigue salvar el efecto del brexit y que ni siquiera el daño inmobiliario que pueda producir pasará de temporal, porque en este archipiélago se visan, de media, el doble de viviendas que en toda España. Pero habrá que tener en cuenta algunas advertencias de los especialistas para no sucumbir de éxito de forma precipitada. En algún momento los salarios deberán subir porque, de lo contrario, será muy difícil hallar trabajadores cualificados a bajo coste y el consumo se resentirá de verás. También habrá que intervenir de manera efectiva sobre el déficit público. De no hacerse, la deuda seguirá devorando presupuesto y servicios.

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