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Matías Vallés

Al Azar

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Cort, con la mafia del ruido

La trama corrupta de la Policía Local se limitó a cumplir con las órdenes inveteradas de Cort, que prohíben actuar contra la mafia del ruido. Al parecer, unos agentes y funcionarios sin escrúpulos decidieron recaudar unos euros al margen, cobrando a los empresarios ruidosos a cambio de no importunarlos. Sin embargo, la política a favor de la agresión sonora a los palmesanos provenía y proviene de los concejales. Antes y ahora, se impone un protocolo escarnecedor a l vecino violado ruidosamente. Se le obliga a desnudar su identidad mientras ni siquiera se recaban datos del violador. El "ya pasaremos" suena a "olvídese de nosotros", y eso significa. A continuación, los servicios municipales de propaganda presentarán cada llamada recibida con tono de burla como una queja atendida y solventada.

Este comportamiento insultante hacia los palmesanos definió las olvidadas legislaturas de PP y PSOE. Sigue cumpliéndose a rajatabla con el cóctel de socialistas, Més y Podemos. Sin necesidad de interrumpir su duelo electoral, sepan que se hunden en las urnas porque han incumplido el mandato ciudadano para someterse a los poderes de costumbre. Los ínclitos progresistas pueden montar una de sus famosas encuestas, para averiguar cuántos empresarios de terrazas ruidosas votaron a Unidos Podemos Más o Menos.

Cort se entretiene en cuestiones esotéricas mientras desatiende sus misiones esenciales, mantener la ciudad limpia y silenciosa. Los concejales no destacan por su conocimiento de la historia de su ciudad. Sin embargo, alguno de ellos debe haberse planteado durante su siesta de un año por la elevada rotación que registra la alcaldía. ¿A qué se debe que Cirer, Calvo, Isern y ahora los siameses Hila/Noguera solo permanezcan un mandato en sus puestos? Muy fácil, todos los anteriores se consagraron a sus sectas respectivas y se pusieron al servicio de la mafia del ruido. La primera vez que efectué esta llamada pública, gobernaba el PP y se creía inexpugnable. Saltaron por los aires, igual que sucederá con los gobernantes municipales actuales a la primera oportunidad. Con el agravante de que su llegada ilusionó a los ilusos.

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