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Llorenç Riera

El cálculo nacional y el fracaso local

Mientras Mariano Rajoy comienza a evaluar sus posibilidades reales de gobernar y el PSOE tiene dificultades para unificar su posición, en Balears Units Podem busca alguna explicación al fiasco de su derrota

A pesar de que no hay tanta diferencia entre el equilibrio de fuerzas políticas resultante del 20D y el de las elecciones del domingo, de entrada por lo menos se percibe una actitud diferente y un mayor nivel de concienciación sobre la imperiosa necesidad de formar un Gobierno estable. Por si quedara alguna duda acerca de tal conveniencia, Bruselas se ha apresurado a reclamarlo.

Todavía con una resaca electoral y unos desconciertos más que evidentes, tanto por parte de quienes han alcanzado una victoria relativa superior a la esperada o, en el otro extremo, han tropezado con un fracaso que daban por imposible, se ensayan los primeros movimientos estratégicos. Lo hace sobre todo un PP que aún se frota los ojos para confirmar que, con Rajoy de brazos cruzados, ha ganado 14 diputados con respecto a diciembre. El presidente saliente renueva sus aspiraciones de gran coalición con un PSOE que no ha padecido sorpasso y no puede dar a Pedro Sánchez por agotado. Los socialistas mantienen la negativa a cualquier entente con los conservadores, pero habrá que dejar pasar unos días para confirmar la solvencia de esta posición, sobre todo cuando se aprecia una clara divergencia entre los barones territoriales sobre el asunto. Por si acaso, y soñando con un acuerdo lo más amplio posible, Rajoy también lanza un envite a lo que él llama partidos moderados.

Si atendemos a las palabras de Albert Rivera, el líder del PP carece del favor de Ciudadanos. Es una posición que admitirá matices en las próximas horas. Eso por un lado, porque por otro habrá que observar qué hace Podemos cuando alivie el impacto sufrido. La formación se reconoce desconcertada. Es posible que acabe refugiándose en el pretexto del voto del miedo después de lo ocurrido en Reino Unido con el Brexit, pero habrá que entrar en profundidad en el análisis sectorial de sus estrategias en función de las diversas coaliciones territoriales establecidas. Balears es uno de estos casos.

La coalición Units Podem Més no ha logrado, ni de lejos, hacer honor a su denominación. Todo lo contrario, en vez de sumar, ha restado, con una fórmula que tampoco ha servido para situar a Antoni Verger en el Congreso, mientras el PP, por otro lado, gana 22.000 votos y PSOE y Ciudadanos salvan los muebles de su respectiva estabilidad local..

Desde luego, la capacidad de influencia y maniobra de Balears no tiene nada que ver con la del otro archipiélago español. En función de los pactos que se establezcan. Pedro Quevedo, el diputado de Nueva Canarias, mantiene una coalición en crisis con el PSOE en Las Palmas. Dice que será leal, pero esta fidelidad puede pasar, según varias informaciones, por una traición pactada que permitiría investir a Rajoy sin comprometer a los socialistas. Estas islas mal financiadas nuncia han estado en posición análoga.

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