Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Tarabini

26-J, siguen los interrogantes

La abstención de ayer, 26-J, es prácticamente idéntica al 20-D, a pesar del hartazgo de los ciudadanos hacia todos los partidos y candidatos, viejos y nuevos, que durante seis meses han demostrado su incapacidad y su falta de voluntad política para formar gobierno. Al otro lado de la balanza, los ciudadanos que sí ejercitaron su derecho al voto han insistido en las mismas tendencias, aunque con algunos cambios significativos, reiterando su negativa a las mayorías absolutas.

A la derecha, el PP aumenta sus votos y diputados, pero sigue a distancia para gobernar en solitario. Ciudadanos baja de modo significativo sus diputados. En consecuencia la suma de ambos, PP y C,S., no es suficientepara la mayoría absoluta, en el caso improbable de que Rivera quisiera oír los cantos de sirena de Rajoy. A la izquierda, la coalición Podemos/IU con los votos obtenidos con las "mareas" y sus confluencias (Més en nuestra comunidad) en el momento de escribir estas lineas no supera al PSOE ni en votos ni en escaños. El sorpasso sigue siendo asignatura pendiente. El PSOE mejora sus resultados percentuales y de escaños, manteniéndose en segundo lugar por sencima de Podemos. Vuelve a repetirse el escenario del 20D, a pesar de que sus resultados no son satisfactorios a pesar su mejora, los socialistas siguen siendo imprecindibles (por activo o por pasiva), tanto para unos como para otros, para la elección de un presidente y para la formación de un gobierno que garantice una gobernabilidad. Sin embargo no pasemos por alto el Senado: Si se repite la mayoría absoluta del PP en la Cámara Alta podría significar el bloqueo de hecho de cualquier reforma legislativa de calado.

Frente a tales realidades los números cantan, Rajoy sigue con su cantinela de que le corresponde automáticamente la presidencia y la formación de gobierno por ser el partido más votado, tesis que no soporta ni nuestra legislación vigente. Y, para más inri Rajoy, al menos así lo afirmó durante la campaña, piensa de nuevo rechazar la probable invitación del Rey a intentar una mayoría suficiente para obtener la investidura. Sigue en sus trece de la gran coalición (PP/PSOE/C's) o (como mal menor) un gobierno en minoría (PP/C's) con la abstención del PSOE. Su propuesta significa una adhesión a su persona como presidente y a las políticas económicas, sociales y de diversa índole, simplemente porque son los únicos que pueden garantizar estabilidad institucional y seguir la senda del crecimiento frente al "kaos" alternativo. Sus posibilidades de éxito son nulas. Los socialistas no pueden aceptar tales pactos, si quieren mantenerse "vivos" políticamente. Y a su vez Ciudadanos sigue negando ninguna posibilidad con Rajoy liderando el pacto. Otra alternativa que algunos poderes fácticos proponen es formar un gobierno presidido por un "independiente", lo que podría ser una auténtica boutade: un gobierno presidido por una persona no elegida, ni directa ni indirectamente, por el voto ciudadano. ¿Podría darse alguna otra alternativa de naturaleza reformista y transversal? De momento no está sobre el tapete, pero al menos hoy por hoy la derecha política no parece estar por la labor y lo mismo parece ocurrir en los entornos duros de Podemos.

Iglesias, legítimamente, aspira a presidir y dar contenido a un gobierno de izquierdas, al considerarse la única alternativa real a Rajoy y a sus políticas. Pero no ha obtemido el sorpasso, para que Pablo Iglesias se postule como presidente de un gobierno. De nuevo regresamos al escenario posterior al 20D. Si el candidato más votado, Mariano Rajoy, no obtiene su investidura es lógico que lo intente de nuevo el candidato socialista. Pero con unas premisas diversas. No se puede repetir el Juego de Tronos, donde lo importante son las cuotas de poder. El posible pacto de investidura y de gobernabilidad debe fundamentarse en propuestas programáticas, con sus equivalentes prioriedades, que sean los referentes básicos que garanticen la estabilidad política de un hipotético gobierno de coalición, así como sentar las bases para las necesarias reformas legislativas y de otra índole que requeriran complicidades con otras fuerzas paramentarias.

Los socialistas lo tienen difícil. Pedro Sánchez y su equipo deben salir de su ambigüedad. siguen siendo el gozne de la gobernabilidad, por activa o por pasiva. Dejar gobernar a los populares, sería su muerte política. Un gobierno de coalición con Podemos es posible si éstos modifican sus estrategias. El PSOE, dada la compleja realidad española, debería diseñar y proponer un pacto abierto (no sólo a Podemos, aunque éste fuera su principal socio) de talante reformista y plural, que posibilite las imprescindibles reformas legislativas, así como las modificaciones precisas que garantice, entre otros inputs, una economía productiva y sostenible con un mercado laboral estable y unos servicios públicos de calidad. Estrategía muy distinta al pacto que se firmó con C,s, sin posibilidad de de sumar. En su caso, ¿tendrá Sánchez y su equipo la imprescindible autonomía de sus baronías, y la necesaria capacidad de liderazgo político y social, para diseñar y proponer una alternativa de gobernabilidad reformista y plural?

La amenaza de unas nuevas elecciones sigue viva.

Compartir el artículo

stats