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Daniel Capó

Unas cuantas hipótesis

Se acerca el 26J con la evidencia de que retorna otro tipo de bipartidismo: todavía descafeinado si se quiere, incierto, un punto blando, pero evidente. Los sociólogos de cabecera nos hablan de "choque generacional" lo nuevo contra lo viejo; aunque, en realidad, lo que regresa es una dialéctica clásica: la de la derecha contra la izquierda. Por supuesto, aún no sabemos si el PSOE salvará los muebles, como señalan algunas encuestas andorranas, o si Podemos será capaz de capitalizar todo el voto de la protesta y de la indignación (y, al mismo tiempo, si será operativa una coalición de izquierdas tan abigarrada, que va del nacionalismo pequeño burgués a los neocomunistas). Sin embargo, la apelación al voto útil ha logrado tensar la campaña hasta el punto de que, a fin de cuentas, sólo hay dos contendientes en liza: el PP y Podemos, Rajoy e Iglesias. Los partidos del primer pacto, PSOE y C's, en cambio, han quedado relegados y canibalizados por la situación. Quizás Sánchez cuente ya las horas para marcharse, principalmente si se confirma un eventual sorpasso, por pequeño que sea. Mientras que C's, en tierra de nadie, ha perdido el momentum de que disfrutó en la precampaña de 2015. Lo cierto es que un partido de centro reformista, que apela en especial a jóvenes con carreras profesionales, difícilmente puede desempeñar otro papel que el de bisagra parlamentaria. De hecho, el futuro nacional de C's depende a medio plazo del colapso de Partido Popular, lo cual sobre todo si pierde el poder no es descartable.

Con el PSOE y C's en situación comprometida, la partida se juega en primera instancia entre populares y podemitas. ¿Cuántos diputados obtendrán? ¿Y cuáles serán sus líneas rojas a la hora de negociar? La solución a este crucigrama parece apuntar sólo en dos direcciones, hacia dos hipótesis casi opuestas:

a) El PP se mantendrá en el poder gracias a un pacto con C's y a la abstención de los socialistas. Este gobierno sólo será plausible si se concurren una serie de condicionantes, el primero de los cuales sería la marcha de Rajoy. ¿Se tratará una legislatura corta o larga? Seguramente corta, con el tiempo suficiente para que el PSOE ponga orden en casa y se lleven a cabo algunas de las reformas exigidas por Europa, que se han hecho ya inaplazables.

b) La segunda hipótesis sugiere un gobierno de izquierdas presidido por Iglesias y sus confluencias, con el apoyo a saber si activo de los socialistas. Resulta poco creíble que este acuerdo interese en Ferraz, pero quizás, de entrada, sea el menos lesivo para sus intereses electorales. Dos líneas rojas se imponen de inmediato: la fractura de la soberanía nacional léase un referéndum y de la relación con Europa. Cabe pensar que, en lo que concierne a la primera línea roja, nada se podrá llevar a término sin una reforma previa de la Constitución, lo cual exigiría un acuerdo imposible con el Partido Popular y con Ciudadanos. Este punto sin duda se eludiría o quedaría en el desván de los deseos. En cuanto a Europa, un país tan dependiente de la financiación externa como el nuestro difícilmente podría permitirse un exceso de veleidades basta con recordar lo que sucedió en Grecia.

Por último, cabe también una tercera hipótesis, que pasaría por la convocatoria de unas nuevas elecciones en diciembre. Es posible, sobre todo si Rajoy e Iglesias se enquistan todavía más en sus posiciones. Pronto lo sabremos. Para empezar, el domingo los españoles votaremos pensando en nuestro futuro: un futuro imperfecto, por supuesto. Y, a estas horas, las posiciones se encuentran ya bien definidas.

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