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Antonio Papell

Dos opciones sobre el centro

Las cábalas sobre los pactos poselectorales sólo se podrán hacer con propiedad y rigor una vez conocidos los resultados electorales. Aunque estos tengan una variabilidad escasa, los márgenes abiertos impiden pronosticar con fundamento qué hipótesis tienen más posibilidades de prosperar. Falta conocer, entre otros datos, si PP y Ciudadanos forman una "mayoría suficiente"; si hay o no sorpasso de Podemos sobre el PSOE, y si este, de producirse, es solo en votos o también en escaños; si la suma de escaños de C's y PSOE supera o no a los obtenidos por el PP... De cualquier modo, con los elementos de que se dispone, ya pueden pergeñarse dos opciones de gobierno distintas, las dos muy arduas y ambas basadas en el centro político ya que resulta impensable que la interesada polarización que se ha querido plantear por los extremos acabe resultando funcional y operativa.

Con gran probabilidad, el PSOE y Ciudadanos volverán a establecer lazos singulares, a menos que fuese posible que Ciudadanos y el PP pudieran formar gobierno, en cuyo caso la alianza se establecería, con las condiciones que ya ha expresado Albert Rivera y de las que no puede apearse a estas alturas (retirada de Rajoy). Para que esta hipótesis pudiera plantearse, deberían lograr conjuntamente unos 170 escaños, lo que les permitiría completar la mayoría absoluta con el PNV y alguna otra minoría.

Si tal colaboración a dos no es posible, un nuevo pacto PSOE-C's podría ser el eje de las dos operaciones posibles: por el centro-izquierda, se planteará la posibilidad de un gobierno en minoría formado por la alianza entre Sánchez y Rivera con el apoyo exterior de Podemos. Esta fórmula, ya rechazada por la formación de Iglesias tras el 20D, sería prácticamente imposible si se produjera el sorpasso, si bien matemáticamente no chirriaría ya que la alianza PSOE-C's será en todo caso más potente que el conglomerado de Podemos y sus confluencias.

Si fracasa esta opción, no quedará más remedio que intentar la coalición de las tres fuerzas constitucionalistas de ámbito estatal, difícil y compleja porque en las dos campañas electorales se han planteado unas profundas reservas que no se podrán ignorar. Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, en un alarde poco feliz, ha publicado incluso el nombre de los políticos del PP que serían "aceptables" para su formación política en lugar de Rajoy para una hipotética alianza, y estas provocaciones poco respetuosas generan rechazos que después son difíciles de superar.

Es de cualquier modo bastante evidente que la gobernabilidad no se conseguirá con Rajoy al frente del PP. Se afirma, aunque no hay modo de confirmarlo, que Rajoy es consciente de ello y que estaría dispuesto a tomar él mismo la iniciativa de apartarse para permitir a su partido, que muy probablemente será de nuevo la fuerza más votada, participar en el futuro gobierno y quizá liderarlo. Pero parece lógico que, en su caso, exija pilotar esta operación y se niegue a aceptar una imposición desde fuera. A fin de cuentas, él es consciente de que bajo su mandato en Génova se han cometido demasiadas tropelías como para que sea fácil pactar con él. Es cierto que el PP no ha sido el único partido que se ha corrompido pero los últimos y abundantes casos que le afectan le añaden un bagaje inadmisible.

Este es el esquema general, que permite ver que no habrá una solución fácil ni directa a la cuestión de la gobernabilidad. Sí hay que decir, en todo caso, que si no se halla la fórmula al tercer intento, los cuatro líderes de los grandes partidos deberían ser invitados imperativamente a marcharse para dejar paso a personas de mayor flexibilidad.

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