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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

Comas, tres veces inocente

La UIB es la única universidad del mundo en que los profesores demandan masivamente a sus alumnos, en lugar de limitarse a suspenderlos. Miquel Comas se apeó de primer teniente de alcalde de Cort tras recibir tres demandas tres desde la citada institución, ocho meses después de una anodina entrevista con su seguro servidor sobre la floreciente casta universitaria. La fiscalía ni siquiera acusó, en otra muestra del ejemplar compromiso del ministerio público con la libertad de expresión. Tres jueces distintos, de tres juzgados distintos, han concluido en tres sentencias distintas que el entrevistado no había formulado nada ofensivo en el diálogo citado. Sí, algo habré hecho mal.

Comas había demostrado en los tribunales el pésimo funcionamiento de las comisiones de contratación de la UIB, y eso se paga. Dado que intervine como testigo del cotarro en los tres juicios tres, puedo afirmar que el fracaso de las demandas no se debe a que la universidad ofendida tuviera un problema con el Código Civil, sino con el diccionario. A pesar de que no estaba acusado de nada, tuve que soportar un rosario de acusaciones ofensivas sobre una entrevista inocente por triplicado. No solo los periodistas confundimos el periodismo con la "felación", por utilizar la expresión de José María García. Por otra parte, la denuncia de una falsa ofensa por tres veces transforma al ofendido en ofensor. Tranquilos, que un guerrillero indocto de la pluma no se rebaja a demandar a instituciones de alcurnia, bastante tiene la UIB con su ruina moral. A propósito, sería entretenido escuchar las clases de los filósofos de la entidad demandante sobre ética, honor, ofensa, justicia, libertad de expresión o Voltaire.

(Como no soy profesor de Ética, a veces digo la verdad. Inocente por tres veces en mi entrevista, una jueza ha condenado a Comas por una información periodísticamente impecable y publicada en otro diario. Dado que la UIB involucró a tres medios en tres demandas, acertar uno de nueve o uno de quince en los muchos euros que reclamaban no es puntería, sino casualidad. Dicho sea en honor del primer ser humano condenado por utilizar la palabra "casualmente". Casualmente).

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