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Antonio Papell

La expulsión de los jóvenes

El elevado desempleo, la temporalidad de la inmensa mayoría de los contratos de trabajo y la devaluación salarial enmarcan la situación lamentable de nuestros jóvenes tras la crisis económica, que ha dejado los números rojos pero que mantiene todavía sus secuelas con descarnada agresividad. Y la concreción de estos rasgos genéricos es desoladora, como lo demuestra el informe recién publicado de Manpower "2008-2016: retos y paradojas del mercado laboral de los jóvenes en España", dirigido por Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la UAB.

Según dicho trabajo, la recuperación económica en marcha no ha mejorado la posición de los menores de 40 años, ya que si los ocupados de 16 a 39 años eran 7,3 millones al inicio de 2014, ahora siguen siendo los mismos, en tanto los mayores de 40 años han pasado de 9,4 a 10,5 millones. De hecho, se han perdido con la crisis 3,7 millones de empleos en la franja de menores de 40 años, de manera que, si a finales de 2007 el 55% de los ocupados estaban incluidos en ella, hoy sólo permanecen el 41% de os trabajadores con empleo.

Las razones de esta mengua son varias. En primer lugar, se está produciendo un proceso de envejecimiento de la población, y, por consiguiente, también del grupo de personas en edad de trabajar, proceso que se acentúa por la marcha a la emigración de muchos jóvenes. En segundo lugar, la gran caída de la demanda de trabajadores por las empresas y la situación general del empleo han disuadido a muchos jóvenes de seguir buscando un empleo y/o los ha empujado a seguir formándose; en virtud de este efecto, la tasa de actividad de los jóvenes ha bajado un 4% en tanto la de los mayores de 39 años ha subido un 3%. El referido estudio cuantifica las tendencias que acabamos de describir: el factor demográfico la falta de reemplazo de las generaciones más jóvenes y la marcha de jóvenes a otros mercados explicaría la desaparición de 1,9 millones puestos de trabajo; la caída de la demanda de las empresas representaría 1,7 millones, y el descenso de la tasa de actividad, cerca de medio millón.

El problema estructural más preocupante que plantea la empleabilidad de los jóvenes es el desacuerdo en el mercado laboral entre lo que demandan las empresas y la formación que ofrece a los jóvenes el sistema educativo. Muchos titulados superiores están en el subempleo, en tanto faltan trabajadores con formación profesional preparados para ocupaciones de nivel medio. Existe ha escrito un periódico catalán preocupado por este asunto "una profunda y grave desconexión entre el sistema educativo y la realidad del sistema productivo español". No hay, además, unos sistemas de formación ágil a los parados en los servicios públicos de empleo, de forma que dice el referido informe de los 800.000 jóvenes sin formación que buscan trabajo, sólo entre el 20 y el 25% se está recualificando.

Parece evidente que el movimiento del 15M y sus derivadas políticas actuales, representadas por Podemos, son un grito expresivo de la juventud contra un estado de cosas insostenible, ya que, con la crisis, ha quedado de manifiesto que la sociedad adulta, más o menos acomodada en su statu quo, no está siendo capaz de proporcionar una instalación digna a las generaciones emergentes, cuya perspectiva es francamente mala. Parece claro que esta situación insostenible es la que provoca la actual inestabilidad política y amenaza con agravarla si no se aportan soluciones. Soluciones que tampoco están, por cierto, en las primeras páginas de los programas de los partidos.

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