Ciertos aspectos vitales de la contemporaneidad que nos rodea no son todavía tratados con el énfasis que merecerían: así, ha pasado casi inadvertida la noticia de que los cuatro grandes partidos de Noruega, tanto conservadores como progresistas, han suscrito un acuerdo por el cual en 2025 se prohibirá radicalmente la venta en el país de vehículos propulsados por combustibles fósiles. En consecuencia, sólo se permitirá la comercialización de vehículos eléctricos ya que incluso los híbridos dejarán de estar autorizados. Enrique Dans lo ha explicado con detalle en su blog.
Hay dos grandes argumentos para justificar esta prohibición: el cambio climático, que ha dejado de ser una entelequia opinable a la luz de los incontrovertibles datos climáticos que se han registrado en las últimas décadas, y la contaminación atmosférica, que está causando numerosas víctimas en nuestros congestionados territorios, sobre todo en las grandes ciudades, a causa muy en particular de las emisiones del tráfico rodado.
El cambio necesario precisa algunos avances tecnológicos, especialmente el logro de acumuladores baterías que otorguen a los vehículos más autonomía (hoy es raro que pase de los 200 kilómetros). Pero una vez resuelto este problema menor, el mundo experimentará una transformación semejante a la que se ha producido en España con la limitación del tabaco. Conviene que nos pongamos cuanto antes al paso de semejante revolución.
