Desgraciadamente existe en este país aún a día de hoy, la tradición de torturar animales en distintos espectáculos con el único objetivo de entretenernos. Algunos insisten incluso en seguir llamando cultura a estas exhibiciones de sufrimiento y muerte. La máxima expresión de ello es la tauromaquia, pero sigue habiendo otras manifestaciones de maltrato animal que se ven con relativa normalidad.

A pesar de que es lamentable que estas prácticas sigan produciéndose, también es cierto que estamos viviendo importantes avances sociales que se traducen, o más bien han de traducirse, en cambios legales en cuanto a derechos animales. En Catalunya y en las Islas Canarias, por ejemplo, hace algunos años que se abolieron las corridas de toros.

En Balears existe ya un nivel de conciencia y madurez social más que suficiente para acabar con todo el sufrimiento que padecen los animales no humanos en este tipo de espectáculos. Es esto lo que reconoce el documento de #AcordsPelCanvi firmado por los tres partidos que dan apoyo al Govern balear cuando recoge modificar la ley de 1992 y avanzar hacia una de bienestar animal. Dentro de poco veremos cómo el Parlament da pasos en este sentido, legislando sobre lo que ya es un sentir mayoritario.

En el primer pleno de legislatura, el ajuntament de Palma declaró la ciudad antitaurina y, sumando al de sa Pobla el último en declararse municipio antitaurino, son ya 34 las localidades de Mallorca que muestran su rechazo explícito a la tauromaquia: un 64% del total de ayuntamientos mallorquines.

Existen ejemplos paradigmáticos de rechazo social al maltrato animal como el del caballo Sorky asesinado a palos por perder una carrera o la pitbull Luna del Coll d'en Rabassa sometida a una situación de desnutrición grave. Estos casos, como muchos otros, son una clara expresión de la consideración creciente que se tiene de los animales en nuestra isla.

Ya durante la admisión a trámite del proyecto de ley, la diputada socialista Silvia Cano defendió que existen suficientes evidencias empíricas de que, en los correbous, los toros sufren física y emocionalmente igual que lo hacen en las corridas. Sobre esta cuestión objetiva no cabe debate alguno, aunque haya quienes se esfuercen defendiendo la teoría antropocéntrica de que los otros animales existen para ese fin.

El caso es que sería una oportunidad de legislatura perdida y un paso profundamente incoherente abolir la tauromaquia pero seguir consintiendo un espectáculo de sufrimiento similar, como el correbou de Fornalutx. Para avanzar necesitamos valentía y coherencia. Es eso lo que se le exige a los partidos, además de que estén a la altura de los pasos que da la sociedad mallorquina en su cada vez más amplio compromiso con los derechos animales.

* Quart tinent de batle de l´àrea d´Igualtat, Joventut i Drets Cívics