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Matías Vallés

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Sa Feixina no es el monumento franquista más feo del mundo

Los números se digieren mejor crudos. Tres mujeres han sido víctimas de asesinatos machistas en lo que va de año en Balears, frente a los 22 casos en el conjunto del Estado durante el periodo comprendido entre enero y mayo. En relación a la población comparada, nuestra comunidad multiplica por seis la tasa española de muertes violentas de mujeres en el ámbito de la pareja. Es un dato sensacionalista, salvo para las víctimas.

Las muertes registradas en Balears equivalen a 120 asesinatos en toda España, una cifra que haría saltar las alarmas porque doblaría hasta mayo la mortalidad anual registrada durante la última década. En enero se titulaba "Primer homicidio machista de 2016 en Calvià", donde el ordinal ominoso apuntaba a la posibilidad de otros casos. Tres asesinatos no permiten extrapolar una tendencia, pero obligan a una preocupación.

En los cinco casos de violencia con resultado de muerte en el ámbito de la pareja registrados en Mallorca, las protagonistas eran mujeres extranjeras. La lejanía agrava la desprotección, aporta una discriminación añadida. Desde la distancia, cuesta más hacerse oír.

El pasado domingo nos entreteníamos con la extraña protección brindada por el Gobierno español a los mafiosos del régimen moscovita establecidos en Calvià. No somos los únicos sorprendidos. El Congreso de Estados Unidos se ha escandalizado, porque España permite que los barcos de guerra rusos hallen refugio sistemático en Ceuta, contraviniendo las directrices de la OTAN y mientras se anunciaban sanciones por la ocupación de Crimea a cargo de Putin. En fin, sigamos obsesionados con Venezuela.

Ruego a mis generosos corresponsales que dejen de comunicarme los frecuentes viajes del fiscal Pedro Horrach a Madrid. A propósito, José Castro no escatimó medios para asegurarse de que su relato de la oferta de una reunión ultrasecreta con Miquel Roca llegara a manos de su colega Santiago Pedraz. El magistrado mallorquín traspasó la carta a un notario de Palma, que a su vez se puso en contacto con otro fedatario madrileño para que entregara en mano el documento al juez de la Audiencia Nacional que investiga a Manos Limpias y Ausbanc. El regreso de la misiva a Mallorca siguió un recorrido menos protocolario.

Por increíble que parezca, Sa Feixina no es el monumento franquista más feo del mundo. Ese título corresponde sin duda al engendro situado sobre una pilastra en el cauce del Ebro, a su paso por Tortosa. Una consulta popular acaba de votar su mantenimiento, aguilucho incluido. La operación incluye la "reinterpretación y contextualización para promover la memoria histórica y la paz", no sé si les suena de los tiempos en que el semialcalde José Hi ejercía labores de mayordomía en el consistorio de Aina Calvo. Dado que el consistorio tortosino está presidido por Ferran Bel de CiU, la chatarra puede "reinterpretarse" en honor de Jordi Pujol.

Al igual que la obra maestra palmesana salvada de la litotricia por el Consell, la maravilla tarraconense también fue inaugurada por Franquito en persona. El acontecimiento se produjo durante el año de gracia de 1966, trigésimo aniversario de la Cruzada porque conviene que aprendamos a desempolvar una terminología en sintonía con la estatuaria dictatorial. El monstruo que reposa sobre un puente volado durante la Guerra Civil conmemora la batalla del Ebro, como su propio río indica. (El próximo domingo en esta página, una reivindicación entusiasta de la civilización etrusca).

Por una de esas paradojas del destino, el informe jurídico de Cort que avalaba el procedimiento seguido para la demolición interrumpida de sa Feixina, lleva la firma de la funcionaria María Luisa Ginard Nicolau. Se trata de una veterana del PP y de esta sección, donde descubrimos el excelente sueldo que le había adjudicado Herr Kommandant Bauzá al colocarla al frente del Instituto de Estudios Autonómicos. En esa legislatura, tuvo que desfilar ante Castro y Horrach a raíz de la imputación en el caso Over Marketing de José María Rodríguez, que había sido jefe directo de la entonces directora general de la Función Pública. El eterno renovador del PP la llamó el día antes de su declaración. Según el juez, la maniobra "pretendió atentar abiertamente contra la independencia judicial".

La infatigable Catalina Cantarellas publica en este diario El monument de sa Feixina, suficiente para avergonzar a quienes desean preservar el mamotreto franquista sin apearse del progresismo. La catedrática de Arte acaba con una "Coda: Algú, crec, ho ha dit; no tinc present qui; li demano disculpes per l'apropiació. I si sa Feixina es declarés sòl urbanitzable, no es tancaria el tema?" Su seguro servidor publicó el 24 de marzo el artículo "Construid sa Feixina", porque "en ese preciso instante, caducarán las concentraciones nostálgicas y las banderas con gallinazos". Dicho sea con la felicidad de que la idea haya arraigado en el subconsciente de una profesora que sirve de excepción a una UIB genuflexa.

A tal señor, tal honor jurídico. Más de diez abogados trabajan para organizar las propiedades de Richard Branson en Banyalbufar, un tercio del término municipal. En los tiempos por lo visto añorados de sa Feixina, la compra masiva de fincas se consideraría una invasión de la pérfida Albión.

Si a estas alturas tengo que explicarles quiénes forman la pareja del año, etcétera etcétera. Ella le llama Angelito y él la llama Cuqui. Acabaremos creyendo en el amor. No todos los funcionarios autonómicos están exentos del sentido del humor. Ojalá tuviera la vis cómica para inventar la expresión "tuneado marital", que los trabajadores del Govern reservan al esposo de la campanuda diputada del PP liberado de la librea inseparable de su cargo y funciones. El ansia por aparentar.

Reflexión dominical equitativa: "Ser pobre es más caro en Mallorca".

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