Leo que el presidente del gobierno murciano y la excaldesa de Cartagena están siendo investigados por haber financiado presuntamente con fondos públicos campañas de "mejora de imagen" en las redes sociales e Internet, para lo cual se pusieron en manos de supuestos facinerosos que también se ocuparon de los mismos menesteres en Madrid, donde también se investiga al expresidente de la Comunidad y a algunos colaboradores.
Aunque se trata de una corruptela 'blanda', menos llamativa que las de otros que metieron directamente la mano en la caja o amañaron los contratos para cobrar una jugosa comisión, a estas alturas ya no cabe comprensión alguna con cualquier forma de corrupción y cuantos violentaron las leyes y se aprovecharon de su cargo han de ser convenientemente investigados y juzgados. Pero en este caso, el delito, si se confirma, tiene un añadido político chocante y singular: los beneficiarios de esta operación de maquillaje querían dar gato por liebre a los ciudadanos, ofreciendo una imagen edulcorada e irreal de sí mismos.
Evidentemente, no sería delito que cualquier personaje público pagara de su bolsillo (o del bolsillo de su partido) un "restyling" de su propia imagen en Internet, pero algunos pensamos que semejante mixtificación habría de ser acogida con desconfianza. Internet arroja, en general, una imagen cabal de cada uno, y si quiere cambiarse arbitrariamente, habrá que explicar (como mínimo) por qué.
