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Antonio Tarabini

Elecciones, del dicho al hecho

La campaña electoral no comienza hasta el 10 de junio, aunque ya estamos inmersos en ella. De momento, muchas descalificaciones al adversario, a su vez se consideran con gran desparpajo como los únicos salvadores de la patria y de los achaques que afectan a los ciudadanos corrientes y, como no podía ser de otra manera, todos se autoproclaman vencedores. Mientras, los ciudadanos, los votantes, lo que demandamos a los partidos y candidatos son propuestas coherentes, comprensibles y factibles, que hagan referencia tanto a los problemas que afectan a nuestras estructuras políticas y económicas como a las referidas a los problemas que afectan a la vida cotidiana y a la convivencia de los ciudadanos.

Sin ningún ánimo de ser ave de mal agüero, es un hecho el desajuste entre los datos, índices y expectativas referidas a la macroeconomía y los propios de la microeconomía de las empresas (especialmente pymes y autónomos) y de las personas y familias. En España "fardamos" de cifras espectaculares de crecimiento del PIB (3,4% cuando la media de la zona euro es 1,5%) y de su equivalente creación de empleo. Lo mismo, y más si cabe, en nuestra comunidad. Pero la realidad "micro" es muy diversa.

Hace escasos días, el Instituto Nacional de Estadística (INE), organismo oficial, revelaba en su "Encuesta de condiciones de vida datos y realidades de España", y también de nuestra comunidad, que ponen de manifiesto la gran mentira de que la crisis es cosa del pasado. En Balears uno de cada cinco ciudadanos de nuestras islas se encuentra en riesgo de pobreza; el ingreso medio por persona y año ha descendido en Balears desde 11.821 euros de 2009 a los 10.820 del 2015; un 16,9% de hogares tienen graves dificultades para llegar a fin de mes. El último informe de Cáritas, publicado hace escasos días, advierte de la "cronificación de la pobreza" y de que "lo más ricos siguen siendo más ricos, y los trabajadores más pobres".

El BBVA, entidad financiera no sospechosa, hace escasos días hizo público una evaluación presente y futura de la economía regional de España. Al referirse a nuestra comunidad afirma que lideraremos el crecimiento económico este año y el próximo (3,2% y 3,3%, respectivamente). El aumento del empleo en las Islas y en otras regiones del Mediterráneo doblará al de las comunidades con menor actividad turística. Pero el economista Miguel Cardoso advierte de que las sucesivas reformas laborales no han atacado uno de los principales puntos negros de este crecimiento, que es la temporalidad, más acentuada en el caso de nuestra comunidad, que está muy por encima de otras regiones europeas con una estructura similar, lo que puede afectar a la consolidación de la recuperación económica. El otro factor de riesgo, advierten, son los bajos salarios, que se mantendrán en los próximos años a pesar de esta recuperación.

Según la OCDE, otro organismo fuera de sospecha, España es el país entre los desarrollados en donde más han subido las desigualdades con la crisis. Es una tendencia que, de confirmarse en España, amputaría el crecimiento en el futuro a medio plazo. "No se trata únicamente de actuar a favor de los pobres o del 10% de la población menos favorecida, sino que hay que preocuparse con carácter general del 40 % de los que tienen los ingresos más reducidos. Se trata de preocuparse por las clases medias inferiores vulnerables, que corren el riesgo de no poder beneficiarse de la recuperación y del crecimiento futuro". Según este mismo organismo internacional nuestra comunidad está peor situada que los países avanzados en distribución de renta, en economía sumergida, en empleo vulnerable? Somos la región 176 sobre 239 en "competitividad", de la cual algunos tanto fardan. Según la OCDE, la causa de nuestra escasa competitividad es el lastre de "su deficiente sostenibilidad social y medio ambiental".

Batiremos todos los récords de turistas, pero sus indudables beneficios repercuten levemente en la rentabilidad social. Un 77,1% de nuestros ciudadanos considera que se incrementarán los beneficios empresariales mientras sólo un 19,4% cree que aumentará el beneficio social (Quaderns Gadeso 299, mayo 2016, gadeso.org). Y a pesar de la creación de empleo permanece el imperio de la contratación no sólo temporal sino también precaria. Las denominadas clases medias han sido borradas del mapa. Las expectativas de los jóvenes son escasas. No se trata de una situación fruto de una coyuntura difícil (¡la crisis!), y son ya muchos los expertos que la definen como una situación estructural que tiene vocación de permanencia con ciertos ribetes de mejoras.

Mientras Rajoy acepta sin rechistar los nuevos "ajustes" que la UE exige al nuevo gobierno, y al mismo tiempo nos promete rebajar los impuestos. Y el ministro de Justicia, Rafael Catalá, afirma sin pudor que los españoles tienen que estar "muy agradecidos al PP" (¡literal!) dado que, si España está creciendo, creando empleo y se han garantizado las pensiones, se debe a la labor realizada por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Frente a tales avatares los votantes pedimos (¿exigimos?) a todos y cada uno de los partidos y candidatos que no nos intenten camelar vendiéndonos fáciles paraísos venideros. Del dicho al hecho hay un gran trecho. De nada sirve tanto bla, bla, bla, si no se pasa de las palabras a las propuestas y a la acción. Hay que ir a las raíces de los problemas, sus causas, sin caer en estúpidos provincianismos. Nuestro sistema productivo tiene sus propias fortalezas y debilidades, pero vivimos en una economía y unos modos de convivencia interrelacionados y muy dependientes de sus equivalentes europeos y globales. Dicho lo cual, sigo creyendo que es posible, aunque no fácil, un quehacer político donde el interés general y los ciudadanos marquen los objetivos y las prioridades.

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