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Antonio Papell

El rifirrafe de los debates

Como en las anteriores vísperas electorales, ha comenzado ya el rifirrafe entre los partidos políticos en relación a los debates electorales, con la particularidad de que desde el 20D ha desaparecido el "bipartidismo imperfecto". En cualquier caso, el planteamiento es esta vez el mismo que en el pasado: en ningún momento los partidos han enfocado la organización de esos debates desde el punto de vista del interés del elector, desde el prisma de lo que seria mejor para que la información que llegue a la ciudadanía sea la más completa posible, y la pelea entre los cuatro grandes actores, que ya está planteada en los medios con toda su crudeza, muestra a los contendientes empeñados en defender con uñas y dientes su interés particular. De ahí que sea deseable que la ley de Partidos, o en su defecto la ley electoral, incluya en el futuro la obligatoriedad de tales debates y establezca unos mínimos obligatorios.

La formacion más votada el 20D, el Partido Popular, ya ha manifestado que su deseo es celebrar un único debate, a cuatro y en TVE. Esta semana, Jorge Moragas, el jefe de campaña del partido conservador, se lo manifestaba así a Óscar López, responsable de debates del PSOE, con el argumento de que, después de los resultados del 20D, este formato "refleja mejor la pluralidad" demanada de las urnas.

El interés del PP va sin duda en esta dirección, por varias razones. En primer lugar, porque un debate a cuatro en la hora actual ya no será un "todos contra Rajoy" como en vísperas del 20D. Actualmente, la rivalidad entre el PSOE y la coalición "Unidos Podemos" es más intensa y más vital que la que pueda enfrentar al PSOE con el PP. También Ciudadanos tendrá que diferenciarse del PSOE si no quiere estimular el voto útil de los conservadores hacia el PP. En segundo lugar, el debate a cuatro diluiría al PSOE al privarle de la relevancia de la bilateralidad que le benefició antes del 20D.

Frente a un Rajoy que ha declarado recientemente el engorro que le suponen los debates, los restantes partidos desean un abanico amplio de confrontaciones entre sus líderes, lo cual por otra parte sería el medio idóneo de conducir con eficacia la campaña electoral (y el modo más barato). Así, el PSOE apuesta por debates a cuatro en El País y en las televisiones de Atresmedia y Mediaset, además de un cara a cara de Sánchez con Rajoy en cualquiera de los escenarios posibles? De momento, Ciudadanos y Podemos no han entrado de lleno en el debate y con seguridad no frustrarán cualesquiera iniciativas ajenas. Hasta ahora, Pablo Iglesias y Albert Rivera ya han aceptado repetir debate en el programa de Jordi Évole.

Dada la renuencia de Rajoy, es improbable que, como sería deseable, proliferen los debates, en beneficio de la transparencia y de la igualdad de oportunidades, pero en todo caso la normalización de este formato televisado/radiado, para ser eficaz, debería perder los protocolos rígidos y convertirse en representaciones espontáneas ante la audiencia, más parecidas a las ruedas de prensa que a los discursos encorsetados. Si así se hiciera, ni Rajoy debería prepararse tan intensamente antes de cada debate, ni tendría sentido regatear estos encuentros, que deberían sustituir a los mítines, cuyo esquema formal está definitivamente obsoleto y expulsa a los ciudadanos de las urnas en lugar de atraerlos. Debería, en fin, cambiar la disposición de los principales actores, que habrían de aceptar el debate directo cuasi diario con sus antagonistas como el elemento esencial de la campaña electoral.

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