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Llorenç Riera

Los nuevos costes y usos de la vivienda

El precio de mercado y los costes de edificación de la vivienda han sido, desde siempre, uno de los grandes indicadores económicos. También, vinculado a todo ello, un fiel reflejo de las tendencias sociales. De hecho, la crisis económica se disparó en buena parte con el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 y para su recuperación resulta trascendente la forma en que se está paliando la debacle producida. Este fenómeno presenta, sin embargo, algunos elementos muy específicos en un territorio insular, como el balear, abocado por completo al turismo.

La última encuesta del ministerio de Fomento sobre el tema revela que el precio de la vivienda libre en Balears ha crecido un 9,6% en el primer trimestre de 2006, con respecto al mismo periodo del año anterior. Es un liderazgo indiscutible por destacado. Nada menos que cuatro veces más que la media española y el doble que la siguiente autonomía, Cataluña, donde el incremento se sitúa en el 4,9%. En el conjunto de España se ha recuperado un 2,5% con respecto a los valores mínimos registrados en 2014. Hay que tener en cuenta que, si se parte del desplome del boom inmobiliario, en 2008, se acumulaba un descenso del 29% que, en el caso de incorporar el incremento del IPC, siempre según los datos del ministerio, llega hasta la cima del 34%

¿A qué se debe esta diferencia abismal entre los precios de la vivienda libre y en menor medida del resto de categorías, en Balears y el resto de España? Sin duda debe explicarse desde el hecho insular con la particularidad sustancial de la escasez creciente de suelo urbanizable y el aumento de la presión demográfica. Todo ello está vinculado además a la industria turística y a los topes de ocupación que se están registrando esta misma temporada. La vivienda cara y escasa cuando los bancos todavía disponen de grandes bolsas de pisos cerrados, en un tiempo, además, en que los salarios permanecen en declive, obliga por necesidad a nuevos comportamientos y estrategias de organización personal y familiar. Habrá que hablar, por tanto, no solo de costes de la vivienda sino también de sus usos, utilidades y formas de explotación del hábitat residencial. Es en este punto donde se denotan los mayores cambios, cuando la propiedad adquiere otra dimensión y el alquiler no vacacional una necesidad difícil de cubrir por el demandante.

En las últimas semanas han saltado a la vista las dificultades insalvables con que topan los trabajadores de Eivissa para hallar una casa de alquiler. Lo mismo ocurre con los funcionarios destinados en la isla. Los pisos están reservados para el arrendamiento turístico aunque sea al coste de tenerlos cerrados en invierno. Es un fenómeno que se traslada hacia Mallorca donde cada vez se observa con mayor reiteración otro comportamiento que resultaba impensable hace poco tiempo, es el de los residentes que dejan su casa en verano para ponerla en alquiler turístico. El espectacular incremento del precio de la vivienda que se vive en Balears no puede explicarse sin tener en cuenta todos estos factores. Porque la casa ya no es solo hogar, es también negocio.

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