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Llorenç Riera

Estabilizar las plazas y la oferta turística

Las gotas que han colmado el vaso se manifiestan en forma de coincidencia de grandes cruceros en días punta, arrendamientos turísticos regulados y furtivos hasta en los lugares más recónditos, embotellamientos de coches de alquiler y, por supuesto, todas las plazas hoteleras reservadas. También, asociado a todo ello, previsión de saturación aeroportuaria en días punta.

Algo habrá que hacer por tanto para poner un mínimo de orden sobre el agobio y el territorio limitado. De permanecer brazos cruzados, los servicios públicos pueden quedar exprimidos y las infraestructuras inoperantes, con lo cual, el negocio del ocio acabaría echando piedras sobre su propio tejado y la economía balear, sustentada sobre el monocultivo turístico, seriamente dañada.

Dado que no se pueden poner puertas al mar ni resulta conveniente adulterar las normas internacionales de tránsito de personas, habrá que buscar la solución por la vía de la racionalidad y el ingenio canalizado a través del consenso de todas las partes implicadas, que en este archipiélago son la inmensa mayoría de instituciones y agentes empresariales y sociales.

Ahora el Govern empieza a hacer un primer intento serio por la vía del intercambio de plazas turísticas que debe desembocar en su catalogación y equilibrio. No hay forma de controlar el número de visitantes, pero sí la capacidad de alojamiento y su oferta formal. Para ello, será imprescindible primero concluir el proceso regulador de los alquileres turísticos en su integridad.

La idea es la de no alimentar el incremento de camas turísticas más allá de su realidad actual, incluyendo en el paquete todas las formas conocidas. Con esta intención, el Govern trabaja sobre un proyecto de ley que acaba con la exención de intercambio de plazas obsoletas de la que gozan hasta ahora los hoteles de lujo, los agroturismos, los alquileres turísticos, las casas rurales y los hoteles de ciudad. Si prospera la iniciativa, toda plaza nueva, sin excepción, tendrá el precio mínimo de salida de otra vieja. Para que la medida acabe siendo efectiva requerirá de un proceso negociador que no se presume fácil, sobre todo por lo que respecta al sector hotelero, a la vista de los precedentes de la implantación de una ecotasa que, con su cobro, también contribuye al control efectivo de las plazas que se ofertan a los turistas.

Se persigue el equilibrio en términos amplios y ello también deberá pasar por necesidad por el establecimiento de cupos en cada una de las islas, otra cuestión espinosa en un archipiélago caracterizado por su escasa homogeneidad. Las camas disponibles ahora mismo en el conjunto de Balears están cifradas en 510.000 de las que 350.000 corresponderían a Mallorca y de ellas solo 8.000 son consideradas alquiler turístico, cuando salta a la vista que esta forma de alojamiento es mucho mayor. Queda por tanto mucho trecho por recorrer antes de poder hablar de regulación de plazas a partir de números reales. Pero, por otro lado, también queda manifiesto que este es un camino necesario por andar en beneficio del conjunto de la sociedad balear.

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