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Antonio Tarabini

Campaña electoral, síntomas inquietantes (I)

a comienzan a insinuarse las líneas básicas que cada partido puede convertir en el leitmotiv de sus campañas electorales. De momento meros síntomas, pero que se antojan inquietantes si se convierten en realidad. Me voy a referir a tres de tales imputs. El primero, la descalificación del ubicado en el otro extremo del mapa político; el segundo, el ninguneo del adversario próximo; y el tercero, la prácticamente nula alusión a propuestas operativas referidas a los graves problemas estructurales que afectan a nuestro sistema político y económico, y que den respuestas a las inquietudes reales de los ciudadanos y ciudadanas.

En un extremo se ubica el PP y en el otro Podemos con sus mareas y confluencias. Para los populares uno de sus ejes es repetir por activa y por pasiva que la alternativa a un gobierno popular presidido por Rajoy, garante de la estabilidad política y del crecimiento económico, es una izquierda radical y extremista, acompañada por los socialistas sin rumbo. Basta acudir al título del Forum del PP, recién celebrado en Palma, liderado por Rajoy y sus principales popes: "Las malas prácticas de gobiernos extremistas y buenas prácticas de gobiernos populistas". Según sus estrategas el miedo puede coadyuvar a la reactivación del voto popular perdido en las autonómicas del 25J y en las generales del pasado 20D. En el otro arcén Podemos se presenta como el único bastión de la izquierda capaz de desalojar, de dar el sorpasso, a la derecha pura y dura del PP de Rajoy que nos ha conducido a la perdida de derechos, a la desigualdad, y a los recortes en servicios públicos básicos tales como la sanidad y la educación.

Ambos pretenden una campaña bipolar y maniquea, cuyo éxito necesita la concentración de votos del centro-derecha en el PP, y en el otro extremo los votos de la izquierda (incluyendo a los votantes socialistas) en Podemos, coaligados con I.U. y sus confluencias (Més en nuestra Comunidad). Pero a su vez necesitan ningunear a sus adversarios más próximos. Los populares a Ciudadanos y a su candidato A, Rivera; y Podemos a los socialistas y a su candidato P. Sánchez. De momento tal táctica les funciona, especialmente en determinados medios de comunicación donde Podemos y PP son los protagonistas, y PSOE y C,s. los comparsas. Tal marginación debería obligar a Ciudadanos y especialmente a los socialistas a no entrar al trapo de la descalificación, sino a definir una campaña desde la proximidad y con propuestas concretas.

Pero, muy probablemente, los resultados del 26J nos pueden situar en un mapa político semejante al 20D, con algunas diferencias significativas. Aunque los populares mejorasen sus resultados, es muy improbable que obtengan mayoría absoluta y es igualmente improbable que sumados los escaños del PP y los de C,s. la alcancen. Si así ocurre quedan dos alternativas posibles. O el máximo objeto de deseo de Mariano Rajoy, el Gran Pacto PP/PSOE/C,s, que se antoja imposible tal como se deduce de las declaraciones de Pedro Sánchez en su reciente visita a Alemania refiriéndose a la Gran Coalición germana. O un gobierno en minoría con Ciudadanos, que necesitaría como mínimo la abstención del PSOE. Dudo que la pretensión de Rajoy de presidir tal gobierno sea moneda de cambio aceptable para Rivera, y que para los socialistas significaría su futura irrelevancia política. Pero en política nunca puede decirse de esta agua no beberé, ¿quién sabe si surgirá de la chistera unas nuevas formas de composición de un gobierno plural, con mayorías suficientes para abordar los grandes retos de nuestra sociedad?

Desde la izquierda, aún suponiendo que Podemos (con IU y sus confluencias) diera el sorpasso al PSOE, sería casi un milagro que también sobrepasara a los populares. En otras palabras, por sus resultados insuficientes y por razones de oportunidad política, Podemos abogaría (ya lo hace) por un gobierno de coalición con los socialistas, que probablemente necesitaría además de los votos de otras fuerzas de talante nacionalista. Pero si así fuera, ¿quién presidiría el gobierno? En el caso de que los socialistas superen en escaños (¿o en votos?) a Podemos, la presidencia para P. Sánchez. Si Podemos supera al PSOE, la presidencia para P. Iglesias. Difícil papeleta para los socialistas, incluso en la primera hipótesis, vista la experiencia en las negociaciones posteriores al 20D. Para ser viable la segunda hipótesis deberían producirse "mutaciones", hoy muy poco probables.

Nos queda el tercer síntoma inquietante, la inexistencia de propuestas operativas que afecten a nuestros graves problemas estructurales y que hagan referencia a las inquietudes ciudadanas.

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