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Juan José Millas

Graniza y ya está

La campaña electoral va adquiriendo las particularidades de un fenómeno atmosférico. Deberían informar de ella los expertos en el tiempo. Siempre la misma nomenclatura, ya me entienden, las isobaras, las bajas o las altas presiones, las tormentas eléctricas, los cirros, los nimbos, el anticiclón de las Azores. Los líderes de las formaciones políticas se han sentado a diseñar una campaña y les ha salido un mapa del tiempo. Llueve cuando quiere, no cuando lo ordena el meteorólogo. Significa que a Pedro Sánchez, por poner un ejemplo, no se le ha venido a la cabeza el "puedo prometer y prometo" como al hombre del tiempo no se le viene a la cabeza la gota fría. La gota fría ocurre. A Sánchez le ha ocurrido Suárez y anda por ahí el hombre, invadido por el espíritu de la UCD como si hubiera viajado en el tiempo.

La campaña, en fin, como destino. Pero la vida no se acaba ahí. Es preciso atender también a las pequeñas cosas. Hay que llevar a los hijos o a los nietos al colegio, hay que comprar el pan y la fruta. Hay que planificar la comida del domingo de modo que parezca un poco especial sin que resulte más cara que la del martes. Hay que ganarse la vida, o intentarlo. A ti no te pagan, como a Martínez Pujalte, por tomarte un café. Para eso hay que tener mucha cara o ser directamente un sinvergüenza. Tú no eres un embajador corrupto, no eres Cotino, ni Camps, ni Correa, no perteneces a esas bandas criminales tan mimadas por la política. Tú no eres Rita Barberá, ni su hermana. Tú te mueves en el modesto "hay que" de cada día. Hay que arreglar la cisterna, que pierde agua; hay que ir al ambulatorio a por las recetas; hay que descongelar los filetes de pollo; hay que sacar la ropa de verano; hay que coser los pantalones de Ricardo; hay que rellenar los papeles de Hacienda; hay que visitar al abuelo y echar una mano a la abuela.

Mientras repasas los "hay que" del día, la radio del coche, o la de la cocina, emite campaña electoral en sesión continua. Puedes dejarla en cualquier momento, al azar, y cogerla en otro cualquiera sin miedo de perder el hilo argumental. No lo tiene, como como tiene hilo argumental una granizada. Graniza y ya está. La campaña sobrevuela nuestras cabezas al modo de las nubes perezosas de mayo, que a veces descargan.

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