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Llorenç Riera

Calco de corrupción en la Policía Local

De Palma a Calvià, o al revés que tanto da, porque el sentido de la comunicación y los presuntos enlaces, si los hay, importan menos. Lo importante, el núcleo de la inquietud y de la preocupación, está en la constatación de que las manchas de la corrupción policial parecen extenderse más allá incluso de la bahía de Palma para impregnarse en todo el área de Ponent de la isla. Convendrá delimitarla y trazar cuando antes el diagnóstico preciso y los males reales de su contenido porque, de lo contrario, se implantará la injusta impresión de que todo está podrido en los cuarteles de la Policía Local y en los despachos municipales de concesión de licencias de actividades. Tampoco es así.

Nada nuevo. Más de lo mismo. Cuando el caso de presunta extorsión y demás corrupciones satélite de la Policia Local de Palma está en plena efervescencia, se reactiva la tramitación judicial y la investigación policial del de los agentes de Calvià, con alguna ramificación en Marratxí, destapado en 2014. En principio no hay interconexión en todo ello, pero el modo de actuar se dibuja mediante calco: extorsión y trato a medida corrupta con empresarios del negocio de ocio nocturno en las zonas turísticas más concurridas. Dos relaciones públicas han sido detenidos por coacciones, uno de ellos es reincidente.

Incluso las reacciones oficiales de los afectados obedecen a comportamientos repetidos. Pura copia escueta de palabra parca y débil. El ayuntamiento de Palma dice que está presto a la colaboración con la Justicia cuando se le detiene a un policia. Ayer, los responsabilidades municipales de Calvià repitieron lo mismo al comprobar que la Guardia Civil se zambullía en su mar de licencias y sanciones. Que se sepa, nadie ha asumido que los agentes investigados actuaran por delegación o bajo subordinación de un cargo superior de adscripción política. Solo Mateo Isern está pagando de forma retroactiva las consecuencias de su inmovilismo en este asunto al frente del ayuntamiento de Palma.

Un día después de haber requerido documentos en el cuartel de Son Bugadelles, la Guardia Civil se presentó ayer con un mandato judicial en la casa consistorial de Calvià. Tiene el encargo de comprobar el manejo del departamento municipal de Actividades desde 2008 hasta 2015. Es el periodo en el que se presume que puede haber habido coacción, soplos de inspecciones y manejos de irregularidad semejante. La tarea es vasta y puede durar varios días.

La corrupción en distintos grupos de policía local de Mallorca empieza a ser, por repetición, tan grave como cansina. Se imponen clarificación y depuración para acabar con la sensación creciente de malestar y desconfianza. Solo tiene sentido que los agentes se personen en los locales de ocio, sean de Peguera o El Arenal, para velar por el cumplimiento de las normas establecidas y la seguridad tanto de los propietarios del negocio como de sus clientes. Todo lo demás sobra y daña.

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