Diario de Mallorca

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¿Qué hacer con el islamismo? Londres elige por primera vez en una ciudad europea de peso un alcalde musulmán, Sadiq Khan. París crea centros de desradicalización yihadista por toda Francia. Las dos noticias se publican con 48 horas de diferencia y nuestro problema, el de los europeos que no somos ni británicos ni franceses, es decidir qué tienen en común. Porque por una parte es imprescindible entender que ni todo el islam forma parte de esta yihad, esta guerra santa del siglo XXI, ni hay una separación absoluta y firme entre el credo musulmán y ciertas prácticas que en Occidente se nos antojan opuestas del todo al espíritu y los valores de la Ilustración.

El pensamiento ilustrado se desarrolló en particular en Francia y en Escocia dando paso a algunas de las principales fuentes filosóficas de lo que es nuestra manera de ser europea de la que tan orgullosos nos sentimos los ciudadanos del continente. De hecho esa misma condición, la de "ciudadano", aun teniendo sus raíces en la polis griega que fundamenta la propia política cobra carta de legitimidad contemporánea gracias a los autores del Siglo de las Luces. La cadena que se origina en Aristóteles llega hasta Voltaire y Hume, sin olvidarnos de Kant, para modelar lo que entendemos hoy por ciudadanía. Algo que tiene muchísimo que ver con los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que se esgrimieron en la toma de la Bastilla.

Felices aquellos tiempos en que los tres valores, los de igualdad, fraternidad y libertad, iban de la mano. Porque ahora, para nuestro desasosiego y hasta nuestra angustia, ya sabemos que no. Ante la llegada del islam a Occidente, ya se quiera relacionar con el aterrizaje de los inmigrantes que dan lugar a nuevas generaciones nacidas en suelo europeo o con la barbarie inaugurada el 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, lo cierto es que la libertad se ha visto contrapuesta de manera violenta con la igualdad. Dar paso libre a unos valores que implican diferencias tan grandes como notorias entre mujeres y hombre lleva a que la igualdad quede menoscabada. Así que, llegado el caso, ¿qué se debe elegir? ¿Hay que apostar por la lucha decidida en pos de la igualdad ciudadana aunque eso signifique perder libertades? ¿O se debe mantener la libertad a toda costa por más que lleve a que las igualdades desaparezcan?

En el fondo la disyuntiva se traduce en la forma del todo opuesta con la que se vive el contraste no lo llamemos conflicto, no del todo entre el Islam y la Ilustración. Londres elige un alcalde musulmán. París extiende la declaración de guerra al yihadismo. Por más que una y otra cosa sean en realidad compatibles, y habrá musulmanes que sostengan que hasta necesarias a la vez, lo cierto es que se trata de dos vías contrapuestas: integrar frente a mantener los valores occidentales. Ojalá tuviésmos ahora un Hume, un Adam Smith, un Kant, un Voltaire, un Montesquieu capaces de ilustrarnos en la tremenda decisión.

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