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Antonio Tarabini

"¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!"

La expresión es de don Quijote, y está dirigida a Sancho al recordarle que los vaivenes del destino y la fragilidad de los sueños están expuestos a la contingencia del tiempo. Tal reflexión puede aplicarse casi literalmente al riesgo de que los vaivenes y fragilidades se extiendan a los casi dos meses de campaña hasta llegar al 26 de junio. Tendremos que apechugar para "desfacer entuertos" con los mismos actores y muy probablemente con los mismos o parecidos guiones, con intentos incluidos de darnos gato por liebre y alguna que otra actuación propia de trileros.

Según la encuesta del CIS los populares, aún manteniéndose como fuerza más votada (27,4%), descenderían un 0,7%, disminuyendo su diferencia con el PSOE. Vistos sus primeros mensajes comienzan a vislumbrarse las líneas básicas de su campaña. Son la única garantía de estabilidad política y económica frente a una izquierda madre de todos los males. Va de retro cualquier referencia a la corrupción. Confían en la fidelidad de sus votantes (lo que implica que la abstención les favorece), así como recuperar votantes populares que optaron por Ciudadanos Para tal labor recuperan a Rajoy como timonel y líder, después de unos meses dormitando. Y reaparece sin complejos. Sin rubor afirma de si mismo que "no creo que sea bueno para España o para mi partido que me vaya". Nos anuncia que no piensa referirse con quienes piensa pactar. Y no nos garantiza su participación en los debates electorales, al no gustarle excesivamente porque le suponen una cierta dedicación y esfuerzo.

Ciudadanos pretenden representar una derecha liberal europea lejana de los "tics" de los populares, siendo adversarios electorales al competir ambos por los votantes de dentro-derecha. Según el CIS, mejoraría un 1.7%, alcanzando un 15,6%. Intuyen posibilidades de mejorar sus resultados, pero no olvidan que sus resultados del pasado 20-D, habiendo sido buenos, fueron inferiores a las previsiones. Tendrán, además de ofrecernos su buen talante, concretar sus propuestas y sus intenciones de pacto. De momento, en el ámbito del centro-derecha, los votos conjuntos (el CIS no asigna escaños) de PP/C,s. seguirían muy lejanos de una mayoría absoluta. En consecuencia necesitarían, como mínimo, la abstención de los socialistas para el "Gran Pacto" (la obsesión de Rajoy) o un gobierno en minoría PP/C.s.

Según el CIS los socialistas, aún perdiendo un 0,4%, estabilizarían su voto con un 21,6%. Tal índice parece indicar que los electores no le pasan factura por no conseguir un pacto de gobernabilidad, ni por haber incluido a C's. en tal intento. Pero para alcanzar unos resultados significativos el PSOE tendrá que superar otros handicaps. Es conocido y reconocido que los electores castigan al partido centrado en sus luchas internas. Y los socialistas han trasmitido la imagen de su candidato, Pedro Sánchez, maniatado de pies y manos por las intromisiones de barones y baroncillos liderados por una gran baronesa. Sin obviar los desplantes verbales, directos o indirectos, de personajes y personajillos que ocuparon incluso relevantes cargos. Pero tal barullo puede ser la punta de un iceberg más preocupante: la pérdida de un discurso propio, claro, coherente y cercano a los ciudadanos, concretada en políticas económicas y sociales confusas y contradictorias. Tal percepción ha provocado una pérdida relevante de credibilidad y confianza. Recuperar tales valores debería ser el objetivo, es posible pero no es fácil. Unos buenos resultados, una subida significativa de votos, supone un partido unido, un candidato reforzado con mensajes claros, unas propuestas programáticas referidas a los problemas reales de la gente.

Según el CIS, Podemos en solitario, aún contando con sus confluencias, desciende del 22% al 17,7%, quedando lejos de convertirse en la primera fuerza política y de dar el sorpasso al PSOE. Es posible que algunas de sus excentricidades le pasen factura. En cambio IU obtiene buenos augurios al pasar del 3,7% al 5,4. Estos días se cierran los flecos del pacto PODEMOS/IU. Entre ambos según el CIS, obtendrían un 23.1% que superaría al 21,6% del PSOE y les convertiría en la fuerza hegemónica de la izquierda. Sin pretender sacar tres pies al gato, en política no siempre 1+1 es igual a dos, los votos de Podemos/IU no tienen porque ser la suma de los votos de cada partido. Por otra parte, aunque una gran mayoría de militantes/simpatizantes dieron el visto bueno al pacto Podemos/IU, únicamente participaron un 27%. La naturaleza del pacto es compleja, por mucho que se repita que sólo contempla una realidad electoral puntual. Podemos con sus confluencias y mareas no es una realidad uniforme, tal como puede verse también en Balears (Podemos, IU y Més con sus dos componentes la ecosocialista y la soberanista). A su vez, los indicios parecen indicar que para gobernar necesitarían el voto o la abstención de los socialistas, que no deben sentirse muy satisfechos cuando el líder Pablo Iglesias invita a los votantes socialistas a decantar su voto hacia Podemos si desean una mayoría y un gobierno de cambio.

Además de las alternativas insinuadas, quedan otras abiertas. Por razones de diversa índole es de esperar que sea cierto que "a la segunda va la vencida". Está vez debería ser verdad que "se hace camino al andar".

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