En el Paseo de Jane, en principio, no intervienen los turistas sino los vecinos de cada barrio o quien desee participar, mientras camina y debate, en estos paseos críticos, digámoslo así, que se adentran en barrios y en zonas no pisadas por la bota o sandalia del turista. Estamos hablando de barrios como Son Gotleu, La Soledad o Es Rafal. Verdadera sociología y antropología urbanas. La ruta incluye, incluso, un garbeo titulado Vía Corrupta y que tiene como punto principal la ya famosa rampa de los Juzgados. Échenle un ojo al programa, pues hay más alternativas. Es gratis y uno no necesita inscribirse. El único error es el de no haber contado como cicerone con el ínclito vecino de la Soledad, Juan Antonio Horrach, experto en lides solitarias y comentador erudito y jocoso.
Hay que celebrar este Paseo de Jane, más que nada para certificar la existencia de habitantes no turistas que se dedica a caminar como un acto cultural y casi de resistencia. El caminar, que ya se ha convertido en la forma más sensata de viajar. Por lenta, económica, creativa y, claro, saludable.
