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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Policías y ladrones

Jugábamos a policías y ladrones desde la certeza de que sabríamos distinguirlos. En Palma, cuesta cada vez más. Un colectivo creciente de supuestos...

Jugábamos a policías y ladrones desde la certeza de que sabríamos distinguirlos. En Palma, cuesta cada vez más. Un colectivo creciente de supuestos defensores del orden aventajaba en creatividad a los delincuentes acreditados. Una vez más, en Sicilia tendrían que aprender de los sectores cimarrones de la Policía Local. Los presuntos implicados hablaban con tranquilidad y exactitud de "impuesto revolucionario". Los palmesanos abonábamos el uniforme, el salario y el sobresueldo en negro. Han conseguido asustarnos, nuestros carísimos agentes han creado inseguridad ciudadana porque no se han limitado a contagiarse de la delincuencia, sino que montaron una academia para orientar y formar a los criminales.

Por cierto, quién manda aquí. El alcalde Buster Keaton o José Hila valora la participación de funcionarios no uniformados en la madeja corrupta como "una mala noticia". Un día de lluvia con cruceristas o una derrota del Mallorca es una mala noticia. Cort es una plaga, agravada por la nulidad de sus rectores. La proliferación de la trama delictiva sin cortapisas demuestra que la mafia policial ha topado con los alcaldes óptimos para desarrollar su labor criminal. Si un agente cobra del botín de un carterista en una ciudad turística sin que la autoridad se entere, Palma igual a Ciudad de México.

Ya que Hila se limita a darse por enterado antes de seguir hibernando, la delincuencia perfectamente organizada que anida en la Policía Local debería ser copiada por la deficiente administración municipal. No se les escapaba ni un euro, estos recaudadores liquidarían la evasión fiscal. El juez anuda su relato entrecortado de la historia local de la infamia, mientras el actual alcalde y sus cuatro predecesores han sido incapaces de adoptar una sola medida correctora. Un día supe que un responsable urbanístico de Cort compartía el cargo con una inmobiliaria. Desde el Ayuntamiento me sugirieron que lo publicara, porque no se atrevían a intervenir. Ya saben quién manda allí. Hila el enmudecido asiste a la promoción de sus familiares y traga incluso con la venganza policial, bajo el formato de la anulación de un triatlón.

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