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Llorenç Riera

Clientelismo político por tramos de edad

Se trata de ganarse la simpatía y la afinidad del administrado antes que servirle de manera aséptica, equitativa y desinteresada. El ciudadano y sobre todo el votante, se ha convertido en cliente. Así lo está tratando incluso Podemos, esa formación fuera de molde que tiene por objetivo básico el regenerar la política y los cargos institucionales que dependen de ella.

La competencia propicia que los comercios de todo tipo, desde el banco a la tienda de la esquina, traten y separen a los clientes por tramos de edad. Especialización y trato personal lo llaman. Los políticos tiendan cada vez más a lo mismo. No solo eso, están dispuestos a ejercer de agentes comerciales porque así pueden contentar por igual al vendedor y al consumidor. Por eso ahora mismo en determinadas instituciones están surgiendo los mediadores del descuento. Se habían presentado a las elecciones prometiendo trato indiscriminado. En cambio, cultivan y fomentan votos al tanto por ciento de descuento comercial que no perciben ellos, no sean malpensados. Con el Carnet Jove consolidado, nace el equivalente para viejos no se preocupen, no lo llamaran así en el criadero natural de este tipo de documentos a medida, el Consell de Mallorca.

El departamento insular de Participación Ciudadana y Presidencia, en manos de Podemos, tiene avanzado el proyecto de una tarjeta de fidelización comercial para mayores de 55 años, que también reportará ventajas en el uso de servicios públicos. Se habla de un descuento de entre el 3 y el 10%. En estas condiciones, podrían beneficiarse de ella unos 170.000 residentes en la isla que, al parecer, deberán hacerlo a través de las asociaciones de la tercera edad.

En principio uno se pregunta porqué debe primarse a quienes rondan la jubilación y no, pongamos por caso, a los padres de familia que se las ven y desean para cuadrar la organización doméstica y llegar a fin de mes. Parece lógico que la Administración establezca medidas de protección y fomento para casos especiales y no tanto a modo de agrado y preferencia para colectivos diferenciados sin causa específica, pero la verdad es que esa es una tentación en la que suelen caer la inmensa mayoría de fuerzas políticas. El Consell de Mallorca ha sido un caladero especializado en ello. Sabido es que Maria Antònia Munar, con su "Gent Gran en Marxa" fue la reina indiscutible del mimo a mayores. No era atención a la precariedad, era fomento del culto personal en el que ahora, si se quiere de un modo más descafeinado, se sigue cayendo. Lo hacen incluso los ayuntamientos con excursiones y fiestas para la tercera edad.

Resultaría menos sospechoso el trato igualitario y la unificación de servicios indiscriminados de calidad. El trámite de un descuento comercial a través del Consell suena mal, del mismo modo que chirriaba la bonificación específica para afiliados del PP. Es mejor poder comportarse a modo de ciudadano libre y consumidor responsable antes que cliente específico dependiente de una determinada ideología o de la institución local y regional que te haya tocado.

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