Diario de Mallorca

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Publicaba ayer este diario en su portada que las mezquitas se han multiplicado por ocho en Mallorca en una década: de acuerdo con el Registro de entidades religiosas del Estado de las cinco que había en 2006 se ha pasado a las 41 de este año. Los principales municipios de la isla tienen ya la suya, cosa bastante comprensible si tenemos en cuenta que el número de musulmanes confesos alcanza los 65.000 aquí. Como no he repasado las cifras de ese registro ignoro cuántas sinagogas y templos budistas habrá entre nosotros aunque supongo que bastantes menos. Los inmigrantes de fe musulmana vienen en su mayoría de Marruecos, que es a su vez la mayor fuente de trabajadores, y los marroquíes son, en una proporción muy alta, seguidores de Mahoma.

Pero no nos engañemos. El presidente de la Liga Musulmana de Balears se llama Francisco Javier, no Mustafá ni Ahmed, y su apellido indica a las claras que sus ancestros son de la Península Ibérica, no del Magreb. Se trata de que los nuevos tiempos han impuesto unos nuevos modos religiosos. Cuando yo hice el servicio militar en el cuerpo de Aviación tenías que firmar un papel en el que venía ya impreso que eras católico (y soltero y voluntario, pero esos son asuntos diferentes). Hoy es impensable que te den de manera obligatoria por miembro de la Iglesia católica; las posibilidades de que en realidad profeses la fe protestante no son despreciables y los musulmanes están a continuación. Pero ya no hay mili y eso de obligarte a decir cuál es tu credo religioso está prohibido, que yo sepa, en términos constitucionales.

Sigamos con la Constitución. Establece un Estado no confesional que es, hoy por hoy, una entelequia porque la Iglesia Católica sigue teniendo privilegios inimaginables para los demás credos. ¿Se imaginan ustedes que los musulmanes organizasen una reunión tumultuaria en la plaza madrileña de Colón durante el Ramadán? La circunstancia de que los católicos sean todavía el grupo más numeroso con mucho de los españoles creyentes es argumento suficiente para justificar según qué prebendas. Pero algo se ha ganado cuando se cifra en el número de los seguidores y no en la revelación divina acerca de cuál es la fe verdadera el criterio para la tolerancia administrativa. Con el resultado inevitable de que los 65.000 musulmanes de Mallorca tienen los derechos que corresponden a la cifra alcanzada.

Habrá que acostumbrarse a los cambios en materia de creencias. En especial si Londres termina por tener un alcalde musulmán abriendo la puerta a lo que va a venir después. De acuerdo con lo que aprendí en el colegio acerca de la Reconquista, se trata de todo un drama. Pero si nos atenemos a lo que dice la Constitución española, lo que estamos alcanzando es una situación de normalidad. Con una duda al fondo. ¿De qué fe musulmana hablamos? ¿De la que cabe esperar en un país europeo o de la que establece las reglas de convivencia en países como Arabia Saudí?

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